La mala práctica de contabilidad o auditoria podría ocasionar resultados lamentables y pérdidas financieras de gran magnitud para las empresas y que derivarían, incluso, en la quiebra de las mismas. De ahí que el profesional en este rubro debe ser competente y estar altamente capacitado.
Luz Estrella Canido Reyes, directora de la carrera de Contaduría Pública de la Universidad Franz Tamayo, Unifranz, indica que el área de contabilidad o auditoría interna sea un puesto clave dentro de las empresas, pero que su labor debe estar guiada por principios éticos y transparentes.
La académica refiere un caso de renombre mundial como ejemplo de mal manejo contable. En 2001, Enron se declaró en quiebra, debido a que sus balances anuales habían sido maquillados. Es decir, la empresa alteraba y fabricaba registros contables para engañar a sus accionistas.
El escándalo también provocó la desaparición de la importante firma auditora norteamericana Arthur Andersen, una de las cinco sociedades de auditoría y contabilidad más grandes del mundo en ese entonces, y que tenía a su cargo la cuenta contable de Enron.
De acuerdo con las investigaciones, Enron disfrazaba las pérdidas y encubría sus deudas. Jeffrey Skilling, la cabeza de la contabilidad de la gigante energética, con el consentimiento de los directivos, hacía ingresos ficticios, ponía a valor presente los flujos de negocios que no estaban materializados, lo que formaba parte de los beneficios de la firma energética.
“El auditor debe dar cumplimiento al principio de independencia al momento de ejecutar su trabajo, sin conflicto de intereses, expresando una opinión imparcial que garantice resultados confiables”, indica la académica.
Evidentemente, la auditoría interna contribuye de manera oportuna a las organizaciones, a través de normativas y lineamientos internacionales. Es más actualmente, los colegios de profesionales de Auditoría o Contaduría Pública están uniformando criterios y avanzando junto con la demanda y el contexto económico y social, no solo en el país sino en toda la región latinoamericana.
Información más confiable, gracias a la Inteligencia Artificial
Las nuevas tecnologías han facilitado en tiempo y recursos los resultados del ejercicio profesional en los contadores y auditores. La aplicación de herramientas tecnológicas e informáticas como, por ejemplo, el uso de la Inteligencia Artificial en las empresas hace que la información obtenida sea más confiable y el alcance de la revisión sea también eficiente y preciso.
En la contabilidad actual, la Inteligência Artificial está siendo utilizada para automatizar tareas repetitivas y aumentar la eficiencia en la toma de decisiones. Por ejemplo, algoritmos de aprendizaje automático están siendo utilizados para analizar grandes volúmenes de datos financieros y detectar patrones y tendencias que podrían pasar desapercibidos para una persona.
Adicionalmente, está ayudando a reducir el margen de error humano en tareas como la contabilidad de costos y la contabilidad de inventarios.
10 problemas comunes de los auditores internos
La Red Global de Conocimientos en Auditoría y Control Interno resume en 10 los problemas más comunes que afectan al área de Auditoría Interna en la actualidad:
– No desarrollar un plan anual de auditoría interna con base a riesgos y hacer siempre lo mismo.
– No brindar servicios de consultoría, esconderse detrás de la independencia y objetividad para no agregar valor, nunca permitir al personal agregar valor a través de ser parte de los grupos o reuniones estratégicos, no participar en proyectos especiales y no tener presente las necesidades de los clientes.
– Incumplimiento en plazos de tiempo establecidos: No cumplir con los calendarios de trabajo, tanto trimestrales, como anuales.
– Plan anual inflexible, no actualizado periódicamente o no tener un plan anual ajustable con base al estado actual de la evaluación del riesgo del negocio.
– No haber desarrollado un programa de aseguramiento y mejora de la calidad.
– No tener claramente definidas las medidas de desempeño del departamento.
– Olvidarse de las mejores prácticas y del uso de la tecnología para realizar el trabajo.
– Ser un proveedor de datos en vez de un generador de conocimientos, desarrollar informes kilométricos tan detallados que los usuarios navegan en un mar repleto de información.
– Falta de relevancia. Incluir problemas insignificantes en el informe. Sin preocuparse en lo que realmente es importante.
– Emisión de informes de auditoría tardíos. No dar seguimiento adecuado. No preocuparse de lo ocurrido después de finalizada una asignación.