La transformación en la educación superior es un desafío urgente

La transformación en la educación superior es un desafío urgente

Por Lily Zurita

En el entramado tejido que caracteriza a la educación superior, un llamado resuena cada vez con mayor fuerza: transformarse, y, aunque parezca paradójico, la pandemia fue la punta de lanza que inició este proceso hace casi cuatro años.

Francesc Pedró, director del Instituto Internacional de la Unesco para la Educación Superior en América Latina y el Caribe (IESALC), asegura que el desafío para las instituciones es lograr una transformación eficiente y efectiva, que no solo optimice el uso de recursos, sino que también garantice el éxito académico de todos y cada uno de los estudiantes.  

“Quizá, actualmente, el principal desafío que tiene la universidad, de forma genérica, es el de transformarse, el de verdaderamente recoger tanto como sea posible el ímpetu que ofreció la pandemia para modernizar sus procesos de enseñanza y aprendizaje. Éste sigue siendo el deber fundamental de las instituciones”, puntualiza el experto de nacionalidad española.

Junto a otros 33 speakers nacionales e internacionales y medio millar de asistentes, Pedró participó en la quinta versión del “Foro Internacional de Innovación Educativa: El Futuro de la Educación, reflexiones desde Bolivia para Latinoamérica”, evento organizado por la Universidad Franz Tamayo, Unifranz, y que congregó en Santa Cruz de la Sierra a los principales actores, innovadores, líderes y tomadores de decisiones en el campo educativo de la región y el mundo.

El avance es desigual

En el marco de los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS) de la Agenda 2030 de Naciones Unidas, la educación superior experimentó avances desiguales. 

Si bien el acceso mejoró considerablemente, las brechas persisten, especialmente en regiones como América Latina y el Caribe, donde el progreso en la participación se ve ensombrecido por las desigualdades de género y socioeconómicas, reflejándose en disparidades de ingresos.

Pedró explica que, a nivel global, el proceso fue muy rápido en algunos aspectos y despacio en otros. Por ejemplo, menciona que, en el ámbito de la educación superior, tenemos un retraso considerable porque el objetivo de incrementar radicalmente la participación de los jóvenes en programas de formación profesional o incrementar el número de becas todavía queda lejos. 

De forma crítica, también, reconoce que en Latinoamérica y el Caribe el avance tuvo muchas limitaciones. “Esta es una región donde hemos progresado mucho en términos de acceso a la educación superior, pero tenemos algunas lagunas muy importantes derivadas de las brechas de género en participación en algunos programas y también de la participación de los estratos sociales más desfavorecidos”. 

Es decir, creció la participación, pero la distancia entre quienes están en el sector educativo superior y quienes no lo están aumenta de forma preocupante, aspecto que también se refleja en los ingresos.

 

Francesc Pedró, director del Instituto Internacional de la Unesco para la Educación Superior en América Latina y el Caribe (IESALC)

 

El futuro de la educación

¿Podemos imaginar cómo será la educación dentro de 25 años? Pedró señala que es difícil imaginar ese futuro porque, por un lado, si miramos atrás, incluso hasta hace mil años, las aulas no eran tan diferentes de lo que son ahora.

Pero, por otra parte, tenemos las herramientas soportadas por la tecnología, como el ChatGPT y las herramientas de inteligencia artificial, que ofrece nuevas formas y oportunidades de trabajo a los estudiantes y, por supuesto, a los docentes.

La tecnología abrió un vasto horizonte de posibilidades. Herramientas como ChatGPT y la inteligencia artificial están remodelando la forma en que trabajamos y aprendemos. Sin embargo, la adopción y adaptación de estas innovaciones en la educación superior aún están en una fase incipiente.

“La tecnología ofrece enormes oportunidades para la educación universitaria, pero todavía estamos explorando”, puntualiza Pedró. 

Microcompetencias

En esta renovada coyuntura, la noción de «microcompetencias» emerge como un concepto crucial. 

La flexibilidad en la duración y la pertinencia inmediata de estos programas responden a las necesidades cambiantes del entorno laboral. Pero esta flexibilidad debe ir de la mano de una constante evaluación de su efectividad.

“Aquí hay dos fenómenos distintos que pueden converger o no. Uno es la duración de los programas, ya que cuanto más lejos colocamos la primera titulación más difícil se lo hacemos para los estudiantes que vienen de una situación de desventaja. Reducir los tiempos es en sí un avance”, dice Pedró.

En segundo lugar, no se trata sólo de ofrecer programas de corta duración. Las microcredenciales, entendidas como necesidades emergentes en el mundo actual, son un ejemplo de dónde tienen que enfocarse las instituciones de educación superior a fin de ser capaces de ofrecer una formación de corta duración que responda a estas necesidades.

“A diferencia de las titulaciones típicas de una universidad, estamos hablando de oportunidades de aprendizaje que resuelven una cuestión concreta de corta duración y que mañana pueden no existir, eso significa que la institución tiene que estar constantemente pendiente del entorno”, agrega. 

Es un proceso muy fuerte para las universidades porque son ellas las que deben garantizar que los estudiantes aprendan más y mejor. 

La innovación, aunque encomiable, debe ser instrumental para mejorar el aprendizaje. No basta con proclamar avances sin evaluar su impacto real en los estudiantes. La universidad no es solo un lugar para innovar por la innovación misma, sino para garantizar resultados tangibles en el proceso de enseñanza y aprendizaje.

En última instancia, la transformación de la educación superior es una empresa colectiva. Requiere un compromiso tanto de las instituciones como de los individuos para abrazar el cambio y garantizar que cada estudiante tenga la oportunidad de alcanzar su máximo potencial. Solo entonces podremos superar los desafíos que enfrenta la educación superior en el siglo XXI.

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