Pixee Fox es una modelo de 27 años que ha gastado al menos 700 mil dólares en las más de 200 cirugías plásticas (entre operaciones y retoques estéticos) que se realizó entre 2011 y 2018 para lucir una figura extravagante y parecerse a dos dibujos animados: Ariel y Jessica Rabbit.
La joven de origen sueco se ha reducido la cintura para lo cual se hizo sacar seis costillas, pulir la nariz, liposucción, aumentar los senos, levantamiento de glúteos, trasplante de pestañas con vello púbico y hasta se cambió la forma de su mandíbula y el color de sus ojos, entre otras cirugías practicadas.
Meg Ryan, Kim Bassinger, Sylvester Stallone, John Travolta, Olga Tañón, Ivy Queen, Demi Moore, Ninel Conde, Alejandra Guzmán o Lucía Méndez, sólo por mencionar algunas, están entre las celebridades del mundo del espectáculo que también han recurrido a la cirugía estética para verse mejor.
Si bien la industria del espectáculo obliga a estas figuras a recurrir al bisturí para mantenerse vigentes, hay otras que viven obsesionadas por estándares de belleza, como fenómeno que impregna su componente social y emocional.
Estas personas dan gran relevancia a lo estético, lo que es más popular, lo atractivo. Aspectos que influyen en la autoestima. Son rasgos que se presentan en quienes padecen el trastorno dismórfico corporal, asegura Liudmila Loayza, directora de la Carrera de Psicología de la Universidad Franz Tamayo, Unifranz.
Un trastorno obsesivo
El trastorno dismórfico corporal es una condición de salud mental que lleva a las personas a obsesionarse en pensamientos sobre un defecto imaginario o muy leve en su cuerpo. La obsesión es tal que, incluso, afecta a su rendimiento laboral, profesional, en los estudios, en el hogar o en la vida social.
Para Loayza, una persona con trastorno dismórfico corporal puede estar tan preocupada por el defecto que comienza a realizar actividades rituales, mirarse en el espejo todo el tiempo o sacarse fotos para hallar el mejor perfil que cubra su imaginaria imperfección.
Son pensamientos recurrentes que lo obsesiona. El trastorno dismórfico es un trastorno compulsivo obsesivo que tiene que ver con ideas sobre la morfología del cuerpo. La persona se obsesiona con alguna parte de su cuerpo y, por lo general, la idea va a ser negativa, por ejemplo, que sus piernas son muy delgadas, que su nariz es muy grande, que su barbilla es muy pronunciada o que está perdiendo muy rápido el cabello”, indica la psicóloga.
Si bien esa idea puede tener un componente real; es decir, que evidentemente su nariz sea un poco grande o que sus labios sean delgados, o que a sus 25 años ya haya perdido casi el 50% de su cabellera, cuando una persona se obsesiona tanto, sufre y si logra cambiar aquello que le molesta sería feliz.
Cómo diagnosticar el trastorno
El trastorno dismórfico corporal se presenta, generalmente en la adolescencia cuando se da el cambio morfológico en el cuerpo por el desarrollo psicosexual que es normal. A las mujeres se les ensancha las caderas, les crecen los senos o la voz se les hace más aguda. En tanto, los hombres tienen crecimiento del vello facial o la voz se les pone más grave.
Todos estos cambios propios de la sexualidad son normales en esta etapa de la vida de los seres humanos, pero cuando se sufre de este trastorno, una variación en el parámetro de belleza física de esa persona, de cualquier de los sexos, lo llevará a una profunda obsesión para cambiar aquello que lo molesta.
“Como hay un estereotipo de cómo deben ser las personas perfectas y, ahora con las redes sociales más todavía, si no se encaja en ese molde, las personas tienden a pensar en que no están bien. Obviamente, no todos desarrollan este trastorno, pero sí las personas que tienen esta tendencia”, agrega la académica.
El trastorno dismórfico corporal se puede diagnosticar con base a:
– Una evaluación psicológica que evalúa los factores de riesgo y los pensamientos, sentimientos y conductas relacionados con una imagen negativa de sí mismo
– Antecedentes médicos, personales, sociales y familiares
– Signos y síntomas
Según Loayza, este trastorno tiene que ver, actualmente, con las cirugías plásticas que ofrecen infinidad de opciones para ir modificando ciertas partes del cuerpo. Cuando la persona que tiene esta tendencia se hace la primera cirugía se hará sin problema otras más, porque piensa que en las cirugías está la solución a su disconformidad, es decir a su trastorno.
Un trastorno psicológico
Este trastorno es netamente psicológico por lo que para su tratamiento se suele combinar terapia cognitiva conductual con medicamentos. Loayza sostiene que si se prescribe un medicamento es solo para bajar la ansiedad que provocan los pensamientos.
El psiquiatra trabaja de forma integral porque da una terapia farmacológica, pero sobre todo va a bajar la ansiedad con un proceso terapéutico largo para ayudar al paciente a aprender cómo los pensamientos negativos, las reacciones emocionales y las conductas mantienen los problemas a través del tiempo o desafiar los pensamientos negativos automáticos sobre la imagen corporal y aprender maneras más flexibles de pensar y aceptarse como uno es.
Rol de la familia
La familia es determinante para el desarrollo de estas ideas, como también para ayudar a que aminoren las mismas. “Si se vive en una cultura de culto al cuerpo dentro de la familia y tienen estos estereotipos estará coadyuvando a que se desarrollen ideas de ese tipo, pero si en la familia se trabajan valores humanos este trastorno no va a tener asidero”, dice Loayza.
El trastorno obsesivo es frecuente en la sociedad actual porque las personas que lo sufren se han sentido no valoradas y buscan la valoración del resto. Vivimos en un medio donde el estereotipo de mujer y hombre perfectos se ha viralizado a través de las redes sociales que, lamentablemente, están coadyuvando en que la prevalencia de este trastorno aumente.