La huella digital es el rastro o la información personal que se acumula al navegar en Internet o cada vez que se interactúa en redes sociales. Los datos acumulados al usar una aplicación desde el celular o la computadora forman un rastro que se conoce como huella digital.
Carlos Molina, director de la carrera de Ingeniería Comercial de la Universidad Franz Tamayo, Unifranz, puntualiza que la huella digital es un concepto que incorpora todos los registros que dejamos cuando utilizamos Internet, desde que iniciamos hasta que terminamos cualquier paseo virtual.
“Hemos pasado de un Marketing 1.0 a un Marketing 5.0 que es el que nos permite utilizar ciertas herramientas de la Inteligencia Artificial para abarcar todos los datos de nuestra huella digital, para hacer patrones de consumo, para saber hábitos de consumo y frecuencia de consumo de un conjunto de personas que están consumiendo productos”, específica.
A principios de marzo, Lucía, profesional recién egresada de la carrera de Ingeniería Comercial, visitó anuncios online sobre cursos de especialización en Big Data publicitados por universidades europeas. A las pocas horas, recibió al menos dos llamadas telefónicas a su móvil ofreciéndole más información y, ahora, en su Facebook recibe innumerables ofertas de universidades o institutos de educación superior dando a conocer cursos de posgrado en línea. Con una simple acción, Lucía dejó su huella digital en la red.
Sucede que, actualmente, las personas vivimos en un mundo digitalizado e interactuamos virtualmente, y a solo un click, con diferentes personas, empresas o marcas ubicadas en cualquier parte del planeta. Para ello utilizamos teléfonos móviles, computadoras, laptops u otros dispositivos digitales.
Al interactuar virtualmente, queda una huella digital. Las empresas implicadas con el e-Commerce (comercio electrónico) recuperan esta información. Los usuarios pasan a considerarse potenciales clientes, con ofertas de productos y servicios.
“Cada uno de los registros que generamos en Internet representan información sobre nosotros que pueden servir a terceros para ganar dinero o bien para conocer nuestras preferencias y poder vender mejor sus productos”, asegura el académico.
Esa información se recopila a través de las famosas “cookies” que aparecen cuando se ingresa a una determinada página. Pueden contener muchos tipos de datos o generar, a partir de ellas, perfiles completos con información personal sobre detalles de compras, sexo, salud o información financiera.
Estos datos permiten a los proveedores de servicios de Internet vincular todas las acciones realizadas por un usuario y convertirlas en un hilo conectado.
Social intelligence identifica tendencias de consumo
El social intelligence es una herramienta de la Inteligencia Artificial que permite encontrar tendencias de patrones de consumo de un conjunto de personas.
“Por ejemplo, una empresa que tiene una política social de preservación del medio ambiente, por medio de las interacciones en redes sociales, va a identificar a un grupo en barrio X vinculado con la temática medioambiental, verá cuáles son los patrones de ese grupo de personas, cuándo se reúnen, cómo se reúnen y qué actividades realizan y, gracias al social intelligence, llegará con una estrategia de comunicación efectiva para una campaña de forestación en el barrio”, dice Molina.
Las nuevas tecnologías cada día van mejorando y sorprendiendo, al extremo que, el Big Data ya está quedando obsoleto para las empresas innovadoras. Dirigen la mirada hacia el huge data (gran cantidad de datos) que les permite manejar un cúmulo mayor de información.
Un vehículo eléctrico, por ejemplo, en un solo día se conecta a diferentes plataformas y genera mayor información que 3.000 usuarios en Internet, gracias al social intelligence de la inteligencia artificial.
La Inteligencia Artificial permite conocer al detalle a los consumidores a fin de mejorar las estrategias de venta y ofrecer productos y servicios que realmente se acomoden a sus necesidades.
Los consumidores de hoy buscan contenido de valor, que les permita decidir, no solamente probar el producto sino conocer la experiencia de otros usuarios o clientes. “Ese tipo de experiencia no te lo da el concesionario, sino otro consumidor”, indica Molina.
Las grandes empresas y los pequeños emprendedores la pueden usar ya sea para tener identidad pública y virtual, compartir mediante todos los medios digitales y expandirse no solo a nivel local sino a nivel global.