Por Lily Zurita
El divorcio es una situación emocionalmente desafiante para cualquier familia, pero los más afectados suelen ser los hijos.
La ruptura de la pareja trae consigo la necesidad de reorganizar la vida familiar y determinar quién asumirá la guarda y protección de los menores. Este proceso, que puede ser consensuado o conflictivo, es fundamental para asegurar el bienestar de los niños y adolescentes involucrados.
“En caso de divorcio corresponde determinar, además de la situación de los bienes, la situación de los hijos; lo que llamamos efectos personales del divorcio. Los hijos se ven afectados en diferentes formas por la ruptura, por lo que, los mismos padres, deben establecer quién asumirá la guarda o cuidado y protección de los mismos”, indica Zulma Aliaga Arce, docente de la carrera de Derecho de la Universidad Franz Tamayo. Unifranz.
En un escenario ideal, los padres logran establecer un acuerdo de manera amistosa. La firma de un acuerdo regulador de divorcio permite definir de forma clara y precisa quién se quedará con la guarda de los hijos, ya sea de manera exclusiva o compartida. La pareja también puede acordar la guarda compartida de los niños, promoviendo la corresponsabilidad de ambos padres en la crianza y bienestar de los hijos.
Sin embargo, no siempre es posible alcanzar un acuerdo amigable. Cuando existe conflicto entre los padres sobre quién debe asumir la guarda, la decisión recae en manos de un juez. El principio rector en estos casos es el «interés superior del niño, niña y adolescente», lo que significa que todas las decisiones judiciales se toman con el objetivo de garantizar el mayor beneficio y bienestar posible para los menores.
Adicionalmente, el juez fija un monto de asistencia familiar en favor de los hijos y, en algunos casos, para el padre o madre que se queda con la guarda de los menores de edad.
Qué es la asistencia familiar
La asistencia familiar es el apoyo que las personas vinculadas por lazos legales o consanguíneos, brindan a los beneficiarios (hijos) para satisfacer sus necesidades básicas.
“En nuestro ordenamiento jurídico se la reconoce como un derecho y una obligación al interior de la familia, que comprende los recursos que permitan satisfacer las necesidades de alimentación, salud, vivienda, educación, vestimenta y recreación”, explica Aliaga.
Una de las características de la asistencia familiar es que es recíproca, lo que implica que quien tiene derecho a solicitarla, también puede ser obligado a otorgarla.
“Así como los hijos siendo menores pueden solicitarla a los padres, del mismo modo cuando sean adultos podrán estar obligados a darla a sus padres, si éstos se encuentran en situación de necesidad y no puedan valerse por sí mismos”, puntualiza la jurista.
La norma también prevé asistencia familiar a favor del cónyuge, siempre y cuando el beneficiario tenga alguna enfermedad grave que le impida obtener los medios necesarios para subsistir, situación que termina una vez que se emite la sentencia ejecutoriada de divorcio.
Según Aliaga, el pago de asistencia familiar debe realizarse en un monto fijo de dinero, establecido por el juez, por lo que si el obligado compra ropa o productos para el beneficiario, éstos se consideran como gastos extraordinarios, y no pueden ser compensados como pago o parte de pago de la asistencia familiar.
“Por regla general, la asistencia familiar se paga en dinero y es incompensable. El pago en especie es extraordinario y debe ser autorizado por el juez, y aplica en situaciones diferentes”, indica la académica.
Una recomendación que los abogados siempre hacen a los obligados es que deben tener constancia o prueba documental del pago de la asistencia familiar.
“Siempre deben solicitar un recibo y si la o el representante del beneficiario se niega a otorgarlo, se debe solicitar al juez que lo conmine a establecer una cuenta bancaria o realizar el pago a través de depósitos judiciales. El caso más factible para demostrar el pago es a través de una cuenta bancaria, en la cual el obligado debe efectuar personalmente el pago y el mismo debe ser íntegro, a efecto de evitar conflictos”, explica la docente universitaria.
Cómo se calcula el monto de asistencia familiar
Para determinar el monto de la asistencia familiar se consideran dos aspectos fundamentales: las necesidades del beneficiario y las posibilidades del obligado.
La autoridad judicial establece un monto fijo, en dinero, que cubra las seis necesidades básicas del beneficiario: alimentación, educación, salud, vestimenta, dispersión y vivienda.
Aliaga manifiesta que lo ideal es que los padres firmen un acuerdo regulador de asistencia familiar en el que definan este monto de mutuo acuerdo. En caso de no llegar a un acuerdo, quien define es el juez en materia familiar, siguiendo algunos parámetros, como el hecho de que cuando el obligado gana igual o menos del salario mínimo nacional, el monto no podrá ser menor al 20% del salario mínimo nacional.
Lo mismo sucede en el caso de que el obligado no trabaje, ya que la ley presume que los progenitores tienen la capacidad física e intelectual para conseguir trabajo.
“Para los demás casos, las partes deben demostrar gastos por un lado y posibilidades por el otro, definiendo en última instancia la autoridad judicial”, añade la jurista.
¿Cuándo cesa la obligación?
La asistencia familiar puede cesar por diferentes causas. La primera es por muerte del obligado o del beneficiario, ya que la asistencia es personalísima.
“Cesa también cuando el beneficiario cumple la mayoría de edad, pudiendo extenderse hasta los 25 años, siempre y cuando el beneficiario se esté formando a nivel profesional o técnico, y demuestre buen aprovechamiento. Sin embargo, si se dispuso judicialmente la asistencia familiar, ésta no cesa automáticamente a los 18 años, debiendo el obligado solicitar la cesación en caso de que el beneficiario haya dejado de estudiar”, dice la académica.
Tampoco corresponde pagar asistencia familiar al hijo que contrae matrimonio, al que es declarado indigno o a quien, tras un proceso de negación de paternidad, resulte no ser hijo del obligado.
La asistencia familiar tras un divorcio es un proceso delicado que requiere sensibilidad y compromiso de todas las partes involucradas.
Ya sea mediante un acuerdo mutuo o a través de una decisión judicial, lo más importante es velar por el bienestar y la estabilidad emocional de los hijos, garantizando que tengan el apoyo y la protección necesarios para continuar su desarrollo de manera saludable y feliz.