La industria de la moda es uno de los pilares de la economía creativa en el país, generando empleo en base a la inventiva y la habilidad de manos bolivianas; sin embargo, aunque compuesto mayoritariamente por mujeres, este sector está marcada por desigualdades de género y barreras estructurales que limitan su crecimiento y el empoderamiento de las mujeres, pero también plantea oportunidades y desafíos para avanzar.
Estos temas son tratados en la investigación «La industria de la moda en Bolivia: alta participación de la mujer, equidad de género y competitividad» realizada por la economista Valeria Salinas-Maceda e incluida en el libro «Creatividad y Emprendimiento: Nuevas Economías en Bolivia”, presentado durante el II Foro Internacional de Economía Creativa, organizado por la Universidad Franz Tamayo, Unifranz, y el Centro de Estudios de la Realidad Económica y Social (Ceres) en Cochabamba.
Salinas-Maceda indica que, en Bolivia, la industria de la moda representa una contribución significativa al Producto Interno Bruto (PIB) manufacturero, consolidándose como una pieza clave dentro de la economía creativa del país. Este sector, definido por el auge de las microempresas, se nutre en gran medida de la creatividad y el trabajo de las mujeres.
“Según datos del Instituto Nacional de Estadística (INE), el 72% de la fuerza laboral en este sector está compuesto por mujeres, lo que refuerza su papel central en el desarrollo económico y cultural del país. El trabajo femenino en esta industria incluye un amplio espectro de actividades, desde el diseño de alta costura hasta la producción artesanal de tejidos tradicionales, un rubro que goza de alta valoración tanto local como internacional”.
Sin embargo, advierte, a pesar de su protagonismo, las mujeres enfrentan una serie de desafíos que limitan su potencial creativo y su reconocimiento como líderes y empresarias.
Alta participación, baja remuneración
“A pesar de ser mayoría en la fuerza laboral, las mujeres en la industria de la moda en Bolivia reciben salarios notablemente bajos. Según la investigación, su ingreso promedio está por debajo del salario mínimo nacional, un indicador alarmante en un sector que debería ofrecer mayor rentabilidad dado su aporte al mercado nacional e internacional”, explica la economista.
La brecha salarial de género en este sector también es significativa. En promedio, las mujeres ganan un 50% menos que los hombres. Esta disparidad varía según la región: en La Paz y Cochabamba alcanza el 50%, mientras que en Santa Cruz disminuye al 16%, lo que refleja una leve mejora en la equidad salarial en este último departamento. Sin embargo, incluso en Santa Cruz, las mujeres enfrentan barreras para acceder a salarios justos y competitivos.
La investigación además resalta que la mayoría de las mujeres que lideran marcas de moda en Bolivia son jóvenes, con un promedio de edad cercano a los 40 años, y muchas de sus empresas tienen menos de 10 años en el mercado. Este dato refleja el alto espíritu emprendedor femenino, una característica que podría posicionar a Bolivia como un referente regional en moda sostenible y artesanal.
“No obstante, el fenómeno del «techo de cristal» persiste. A pesar de que las mujeres están al frente de muchas marcas y negocios en el sector, aún enfrentan serias dificultades para acceder a roles de liderazgo. Según el estudio, por cada mujer en una posición directiva en las industrias creativas, hay 2.5 hombres ocupando puestos equivalentes, lo que evidencia la subrepresentación femenina en los niveles más altos de toma de decisiones”, sostiene.
Este obstáculo estructural no solo limita el crecimiento individual de las emprendedoras, sino que también tiene un impacto negativo en la competitividad general de la industria. Las decisiones estratégicas, a menudo tomadas por hombres, podrían beneficiarse de una mayor diversidad e inclusión de perspectivas femeninas, apunta Salinas-Maceda.
La educación como motor de competitividad
Un hallazgo relevante de la investigación es que el 96% de las propietarias de marcas encuestadas cuentan con educación superior, ya sea universitaria o de posgrado. Este nivel educativo les proporciona herramientas clave para competir en un mercado cada vez más globalizado.
Sin embargo, las diferencias regionales en la formación académica generan brechas competitivas entre departamentos. En Santa Cruz, la educación está más orientada hacia la gestión empresarial y la administración, lo que da a las emprendedoras de esta región una ventaja significativa en términos de comercialización y expansión. En contraste, en La Paz y Cochabamba, la formación está más enfocada en aspectos técnicos del diseño y la confección, limitando su capacidad para competir en mercados internacionales.
“A pesar de estas diferencias, las empresarias bolivianas han demostrado una notable capacidad para adaptarse y superar barreras. Muchas han adoptado estrategias digitales, utilizando redes sociales y plataformas de comercio electrónico para promocionar y vender sus productos, lo que las ha posicionado como actores clave en el ecosistema de la moda boliviana”, apunta la autora.
Un llamado a la acción
Salinas-Maceda señala que la industria de la moda en Bolivia tiene un potencial inmenso para empoderar a las mujeres y promover la equidad de género, pero esto solo será posible si se eliminan las barreras estructurales que limitan su desarrollo.
“Este estudio no solo destaca los desafíos actuales, sino que también ofrece una hoja de ruta para transformar la industria de la moda en un motor de inclusión, creatividad y prosperidad para las mujeres bolivianas. En un país con una rica tradición cultural y un creciente talento joven, la moda puede convertirse en un vehículo para el cambio social y económico, siempre y cuando se garanticen las condiciones para que las mujeres puedan prosperar plenamente en este sector”, expresa.
En este contexto, la investigadora resalta el rol de las instituciones, las organizaciones de la sociedad civil y el sector privado “las cuales serán clave para construir una industria más justa y competitiva, donde las mujeres puedan finalmente ocupar el lugar que merecen como líderes y creadoras en el mundo de la moda”, concluye.