Álvaro Mercado es un joven artista boliviano obsesionado con el diseño y el audiovisual y cuya fijación por el séptimo arte, como diría Annie Leibovitz, no es mala y tampoco hace daño a nadie.
Para este cineasta, docente en la carrera de Diseño Gráfico y Producción Crossmedia de la Universidad Franz Tamayo, Unifranz, hacer cine en el país es difícil, pero no imposible, por lo que no debería haber excusas para no hacerlo.
“La dificultad es proporcional a cualquier lugar del mundo. Solamente los factores son complicados. En la hipotética situación en la que estuviéramos en Los Ángeles, Hollywood, ¿cómo pensaríamos? ¿Cómo buscamos los financiamientos y el equipo? Sería tanto o más complejo que aquí en Bolivia. Como Quentin Tarantino diría: jamás esperen por las circunstancias adecuadas para hacer la película, no existen, sólo ve a hacerlo”, dice el experto de la comunicación visual.
En enero de 2022, luego de una larga espera debido a las restricciones impuestas por la pandemia y los conflictos sociales y políticos que afectaron al país, Mercado estrenó su película “Quiero ser youtuber”, una comedia dirigida a toda la familia, con un mensaje motivacional para quien la vea.
El cineasta explica que bastantes factores influyen al momento de elegir la temática para la realización de una película, que van más allá del gusto del escritor o de la casa productora. “Es un tema de estudio de caso y grupos focales que demuestren cualitativa y cuantitativamente la tendencia del momento”, aclara.
¿Será que este 2023 está dedicado al terror o a tópicos sensibles? ¿Openheimer vs Barbie? Al final, termina siendo más fuerte una película de tópico sensible que habla de la trata y tráfico de niños y niñas, “un jalón de orejas a la élite que se hace de la vista gorda con temas en los que algunos pueden, incluso, estar involucrados”.
“Qué tópico, realmente, tocará el corazón e interés de las masas y por qué. Qué está sucediendo en el mundo para que influya tanto. El séptimo arte, al final del día, es un arma de comunicación y persuasión masiva”, agrega Mercado.
Empero, si una película no cuenta con un guion lo suficientemente fuerte en términos de altos-bajos, un norte concreto, un clímax de estándares altos, lleva al espectador a que, “cambie de canal, ya que la historia no llega a trascender como debería y el objetivo del proyecto se ve truncado por haber sido plasmado, mas no disfrutado o enseñado”, puntualiza.
Lenguaje audiovisual, más allá del audio y la imagen
El lenguaje audiovisual va más allá del audio y la imagen. Como decía Joan Costa, el ojo disfruta, por ende, la semiótica audiovisual es un baile de estímulos, que envuelven los cinco sentidos.
“Es la capacidad de dejar una huella en la gente, donde, no recuerdan lo que el verdadero ‘lenguaje audiovisual’, más si recuerda cómo les hizo sentir. Esta hermenéutica es usada en la publicidad, la propaganda y el entretenimiento”, dice el cineasta.
Importancia de la fotografía en el cine
La fotografía en el cine es la capacidad de materializar la idea del director en la imagen, construirla básicamente con luces y sombras con el fin de causar sensaciones en el espectador.
Mercado asegura que un gran referente en este ámbito es el mismo Stanley Kubrick, quien viene del mundo de la fotografía, a diferencia de otros grandes directores que vienen de la publicidad o el arte.
“Kubrick nos demostró de lo que un ojo fotográfico es capaz, mediante películas extremadamente fuertes y controversiales”, indica.
Disruptivo y amante de la filmografía
Álvaro Mercado inició su “viaje”, como él mismo califica, en 2010, con sus primeros trabajos independientes de filmografía. Estos lo llevaron al estudio formal de diseño gráfico y la comunicación visual entre 2013 – 2017.
Posteriormente se embarcó en el mundo de la fotografía de forma profesional, de la mano del fotógrafo Sebastián Ormachea, maestro en la formación de profesionales dentro del área de retrato y edición. Al poco tiempo fue absorbido por la cinematografía gracias a su presencia en el festival de Cine de Cannes en Francia, y rodajes en Las Vegas y Los Ángeles.
“Hacer cine en Bolivia, así como cualquier meta compleja, es totalmente realizable. Lo único que se necesita es convicción, compromiso, carácter y puntualidad”, finaliza el cineasta.