El calendario recuerda que era un 28 de febrero de 1879 cuando nació Franz Tamayo Solares, en la ciudad de La Paz. Hoy, es recordado como una de las figuras principales de la literatura y la pedagogía boliviana del siglo XX.
Este 28 de febrero se conmemoró el natalicio de la celebre figura por el que se instituyó en La Paz, el “Día de la Literatura y Letras Paceñas”.
Tamayo no solo inspiró la publicación de basta bibliografía respecto a la situación de la educación en el país, sino también a la creación, con su nombre, de una institución académica con presencia en Cochabamba, El Alto, Santa Cruz y La Paz. Se trata de la Universidad Franz Tamayo, Unifranz.
Creación de la pedagogía nacional
Más de un siglo después de la publicación de su ensayo “Creación de la Pedagogía Nacional”, una recopilación de sus artículos referidos a la educación en el país, Tamayo sigue siendo referente de la pedagogía boliviana. Perdura su valioso aporte a la educación y al sistema educativo nacional.
“La provocación de la conciencia nacional (…) y esta fiebre creadora de vida que pretendemos despertar en nuestra educación nacional es la única que podrá dar un resultado positivo y seguro, más que la importación de ciencias, métodos y profesores extranjeros, más que todo el oro del mundo, más que todas las ilusiones de nuestros pedantes pasados y presentes. Y en esto consisten la doctrina y la creación de la pedagogía nacional”, aseguraba Tamayo en su obra, hace 113 años.
El historiador Juan Godoy, en su ensayo “Franz Tamayo y la creación de una pedagogía nacional”, asegura que la obra de Tamayo no sólo es fuente para la reflexión o análisis por parte de expertos pedagogos o educadores actuales, sino también sirve de inspiración para la gestación de ideas propias.
“(…) el libro es una creación original que apunta a no ser calco y copia de otras ideas, sino a hacer germinar las propias. Es una reflexión propia acerca de la necesidad de la conformación de una pedagogía nacional. Resuena el repicar de la máquina de escribir del boliviano que marca el pulso urgente de las notas que escribe. Urge la creación de una pedagogía propia (…)”.
Según el autor del ensayo, Tamayo invita a pensar en lo nacional, a ser creativos, a descubrir la realidad y fisonomía boliviana, pese al paso del tiempo.
“Romper con la autodenigración de lo nacional y la pedagogía colonial, encontrarnos así con nosotros mismos y construir una matriz de pensamiento propia. Se trata de formar un carácter nacional. Una forma propia de mirar el mundo: ‘necesitamos, pues, crear la pedagogía nacional, es decir una pedagogía nuestra, medida a nuestras fuerzas, de acuerdo con nuestras costumbres, conforme a nuestras naturales tendencias y gustos y en armonía con nuestras condiciones físicas y morales”. El texto expuesto por Godoy, recupera parte de la propuesta de Tamayo.
Hombre polifacético
Políglota y polifacético, Tamayo destelló también en la literatura, la abogacía (se tituló a los 19 años), la política y la filosofía. Fundó y dirigió el Partido Radical. Ocupó cargos de relevancia, como ministro de Relaciones Exteriores, presidente de la Cámara de Diputados e, incluso, en 1935, durante la guerra del Chaco, fue elegido presidente de la República, cargo que no llegó a ocupar debido al golpe militar de José Luis Tejada Sorzano.
El periodismo fue, también, una de sus pasiones. Luego de publicar innumerables artículos en el periódico El Diario, fundó el periódico El Fígaro (1915) y “El Hombre Libre” (1917), desde donde fue muy crítico a los gobiernos de turno de la época.
Por su obra poética se lo considera el máximo representante del modernismo en el país. Odas fue su primer poema (1898), pero también publicó los Proverbios sobre el arte, la vida y la ciencia (1905), Nuevos proverbios (1922), Los nuevos Rubayat (1927), Scherzos (1932) y Epigramas griegos (1945).
Tamayo es, también, autor de las tragedias líricas La Prometeida (1917) y Scopas (1939) y los ensayos “La creación de la pedagogía nacional” (1910), “Crítica del duelo” (1911) y “Horacio y el arte lírico” (1915).
Finalmente, destacan su dominio de, al menos, ocho idiomas, entre otros, el latín y el griego.