¿Alguna vez escuchó hablar de transcomplejidad en la investigación? La transcomplejidad es un constructo que se origina en la vinculación entre la transdisciplinariedad y la complejidad.
En palabras simples, debido a que la realidad a investigar, generalmente, es compleja, múltiple y diversa; se requiere de una postura investigativa flexible, inacabada, integral y multivariada, donde lo cuantitativo, lo cualitativo y lo dialéctico se complementan en una relación sinérgica que configura una matriz epistémica multidimensional, explica Magaly Mariaca Garrón, docente de la carrera de Derecho de la Universidad Franz Tamayo, Unifranz.
La transcomplejidad es “un proceso bio-afectivo-cognitivo”, pero también “socio-cultural-institucional y político de producción de conocimientos complejos”. Se presenta como una forma de pensamiento y propuesta teórica práctica en los sistemas educativos del mundo, con amplios constructos, fortalecidos en los últimos años.
Mariaca recurre a Edgar Morín, sociólogo y antropólogo francés que estudió la crisis interna del individuo, para explicar que, “el estudio de la complejidad implica la búsqueda de una nueva práctica transdisciplinaria basada en propiciar la intercomunicación entre las disciplinas. Esta práctica se convertiría en el sustento operativo metodológico del paradigma de la complejidad”.
El enfoque integrador transcomplejo tiene origen y evolución en un nuevo modo de producción de conocimientos que apuesta más a la integración que a la disciplina. Constituye un ejemplo del verdadero proceso de investigación. Se trata de una visión de mundo, que pretende dar múltiples posibilidades para reentender y resignificar la realidad.
En cualquier investigación académica, por ejemplo, el docente o estudiante debe identificar, básicamente, un tema, un problema, un objeto o una realidad de investigación. Mariaca puntualiza, al respecto, que la investigación educativa es un componente esencial del desarrollo de la educación, que surge como una alternativa a los métodos tradicionales, que se centran únicamente en aspectos específicos y simplificados.
“Este enfoque busca comprender la complejidad de los fenómenos educativos, tomando en cuenta múltiples dimensiones y perspectivas. Es una disciplina que busca entender cómo se enseña y se aprende con el objetivo de mejorar la calidad de la educación en todos los niveles”, dice la experta en medicina forense.
El ámbito educativo de este siglo, que atraviesa por su tercera década, enfrenta nuevos desafíos en un contexto globalizado y postmoderno y busca lograr objetivos sociales y educativos, involucrando la participación de los estudiantes y utilizando las nuevas tecnologías.
Resulta que, el modelo educativo actual no siempre satisface las necesidades de los estudiantes, por lo que se propone abordar el proceso educativo como un fenómeno complejo a través de la investigación transcompleja.
“También se destaca la importancia de adoptar enfoques transdisciplinarios y considerar la diversidad y participación de los estudiantes en una educación transcompleja”, explica Mariaca.
En este sentido, la investigación educativa se enfoca en el conocimiento para mejorar las deficiencias o debilidades que existen en el ámbito educativo de la sociedad. Es por eso que necesita abrirse camino hacia diversas posibilidades, sobre la comprensión profunda y lógica de la realidad que es muy compleja por la característica de cada sociedad y el avance tecnológico que, muchas veces, sobrepasa en su seguimiento y comprensión.
“Considero que es muy importante que la investigación educativa se enfoque en analizar la eficacia de las políticas educativas y el impacto de la tecnología en la educación, ya que esto permitirá obtener información valiosa que contribuirá a mejorar la calidad de la enseñanza y el aprendizaje”, indica.
Por ende, la investigación educativa ayuda a mejorar el sistema educativo y a promover la formación integral de los individuos a través del estudio, observación y experimentación de diferentes metodologías, modelos y estrategias educativas.
La investigación educativa tiene un impacto positivo en la calidad educativa y fomenta la innovación y la creatividad en los procesos de enseñanza-aprendizaje. Además, debe estar abierta a la diversidad de enfoques y métodos, de modo que el investigador logre una comprensión más completa y rica de la educación en su complejidad y diversidad.
Esto implica no sólo innovar en las técnicas y herramientas de investigación, sino también promover un diálogo crítico y constructivo entre investigadores, docentes, estudiantes y comunidades educativas en general.
La investigación puede proporcionar información valiosa sobre las mejores prácticas en la enseñanza, descubrir nuevas técnicas y métodos que sean efectivos para la educación, contribuir a la formulación de políticas educativas efectivas y ayudar a las autoridades educativas a tomar decisiones informadas.
Finalmente, la importancia de la investigación educativa radica en la necesidad de mejorar la calidad de la educación y garantizar el éxito de los estudiantes.