La finalidad de un médico es indivisible a su vocación de servicio. Sin embargo, para ser competitivo en el mercado laboral de hoy, son necesarias nuevas competencias y habilidades. Para ello, es primordial repensar la formación médica añadiendo herramientas tecnológicas de aprendizaje, componentes de análisis crítico investigativo y experiencias de aprendizaje que respondan a un perfil más humano.
Marisol Ágreda, administradora de la Caja Petrolera de Salud de Cochabamba (CPS), considera que la preparación en conocimientos académicos debe complementarse con habilidades humanas y valores como la empatía, que es la base del trato con el paciente. Para la médica es vital que sus colegas sean formados en la cultura de la investigación, en salud pública para incentivar la prevención en la población con campañas que los vinculan con la población desde la etapa de estudiantes y, con el tiempo, fortalece su vocación.
Investigadores de la Universidad Thomas Jefferson, en Estados Unidos, demostraron cómo la empatía de los médicos puede mejorar los resultados clínicos de sus pacientes. El estudio en el que participaron 891 diabéticos, tratados en cuatro años por 29 médicos, demostró que los galenos más empáticos tienen mejores resultados clínicos que los que tienen una empatía menor.
La académica entiende la importancia de trabajar el nuevo perfil del profesional. Brita Candia, médica y docente de Unifranz tiene claro los pasos a seguir. La interacción con pacientes en entornos reales desde el inicio de su formación, la identificación de problemas y aplicación de procedimientos básicos de salud del nivel de atención primaria en comunidades son parte de las etapas que se deben cumplir en el proceso de formación.
Otros retos incluidos en el proceso de capacitación pasan por realizar actividades de información de prevención de salud en ferias y campañas, activar su interés en la investigación científica para resolver problemas que aquejan a los pacientes. Son pasos encaminados para educar un sentido de pertenencia e involucramiento del profesional con su realidad.
Otra herramienta que permite el desarrollo del pensamiento crítico y la importancia de la calidad de trato con el paciente son los casos clínicos. Los profesionales deben adquirir competencias necesarias desde las experiencias de aprendizaje en las prácticas hospitalarias desde los primeros semestres. “Supone una herramienta pedagógica atractiva, interactiva y motivadora que permite al estudiante conocer mejor la situación del paciente, lo acerca a un entorno real de lo que será su desempeño profesional fortaleciendo su capacidad de empatía desde el aprendizaje experiencial”, apunta Candia.
Su uso, añade, nace de la necesidad de mejorar la calidad de vida en la sociedad con un enfoque holístico, basado en la formación de profesionales capaces de reconocer los procesos de salud y enfermedad.
La empatía es una forma de conocimiento y aproximación al otro, es un intento de ponerse en el lugar de la otra persona. Se la llamó también la quintaesencia del arte de la medicina. El trato entre el médico-paciente, tiene mucho valor, hace posible el respeto y la dignidad, apunta Candía.
Comunicación asertiva
Para Roberto Bacarreza, ginecólogo con más de 20 años de experiencia, además de la empatía, otra de las habilidades sociales que debe poseer el profesional de la salud es una adecuada comunicación asertiva, parte de las habilidades blandas o habilidades humanas.
La comunicación asertiva es conocida también como escucha activa del profesional médico, permitiéndole al paciente que se exprese con libertad, sin interrupciones. No basta con tener los conocimientos, sino que también es necesario saber escuchar, apunta Bacarreza.
El desafío es grande, sobre todo si la meta es lograr profesionales holísticos, es decir, personas que sean capaces de desarrollarse a gran nivel, pero con un valor diferencial cuya base se encuentra en el desarrollo de habilidades humanas. Este es factor que caracteriza a los profesionales de hoy asegura Xavier Pascual, experto español de Reimagine Education Lab y asesor en procesos de innovación educativa.