Economía conductual: ¿cuánto influyen nuestras emociones y sesgos en nuestras decisiones?

Economía conductual: ¿cuánto influyen nuestras emociones y sesgos en nuestras decisiones?

Por Manuel Filomeno

¿Por qué actuamos de manera irracional al enfrentarnos a decisiones económicas? ¿Cuánto influyen nuestros sesgos cognitivos a la hora de invertir? ¿Cuál es el papel del miedo en el mercado? La economía conductual, una rama de la ciencia económica que combina elementos de la neurociencia y la psicología busca explicar estas interrogantes y descubrir qué nos impulsa a decidir de una u otra manera al manejar nuestras finanzas.

“La economía conductual es una rama de la economía que combina elementos de la psicología y la neurociencia para entender cómo las personas toman decisiones económicas. A diferencia de la economía clásica, que asume que los individuos son completamente racionales y siempre buscan maximizar su utilidad, la economía conductual reconoce que las decisiones humanas están influenciadas por sesgos cognitivos, emociones y otros factores psicológicos”, señala Silvia Alemán Meduiña, especialista en psicología económica y economía conductual.

Alemán explicó las particularidades de esta rama del conocimiento durante el VI Congreso Internacional de Neurociencia, evento organizado por la Universidad Franz Tamayo, Unifranz, en Santa Cruz.

De acuerdo con la especialista, uno de los conceptos clave en la economía conductual es el de sesgo cognitivo. 

“Estos son errores sistemáticos en el pensamiento que afectan las decisiones y juicios de las personas. Por ejemplo, el sesgo de confirmación lleva a las personas a buscar y valorar más la información que confirma sus creencias preexistentes, ignorando la información contradictoria”, indica.

La economía conductual estudia cómo las emociones influyen en las decisiones económicas. Por ejemplo, el miedo puede llevar a los inversores a vender acciones durante una caída del mercado, mientras que la codicia puede llevarlos a comprar en exceso durante una burbuja financiera.

Además, examina el concepto de racionalidad limitada, que sugiere que las personas no siempre pueden procesar toda la información disponible o tomar decisiones perfectamente racionales debido a limitaciones cognitivas y de tiempo.

Otro concepto importante es el de heurísticas, que son atajos mentales que las personas utilizan para tomar decisiones rápidamente. 

“Aunque estas heurísticas pueden ser útiles, a menudo llevan a errores predecibles. Un ejemplo es la heurística de disponibilidad, donde las personas juzgan la probabilidad de un evento basándose en la facilidad con la que pueden recordar ejemplos de ese evento”, agrega.

Aplicación

Un área de aplicación de la economía conductual es el diseño de políticas públicas. Por ejemplo, los gobiernos pueden utilizar conocimientos de la economía conductual para diseñar programas que incentiven comportamientos deseables, como ahorrar para la jubilación o adoptar hábitos de vida saludables.

La economía conductual también ha influido en el marketing y la publicidad. Las empresas utilizan principios de la economía conductual para diseñar estrategias que influyan en el comportamiento del consumidor, como la forma en que se presentan los precios o se estructuran las promociones.

“Un ejemplo práctico de la economía conductual es el concepto de nudging o empujoncitos, que son intervenciones sutiles que guían a las personas hacia decisiones mejores sin restringir su libertad de elección. Un ejemplo clásico es la colocación de alimentos saludables a la altura de los ojos en una cafetería para fomentar elecciones más saludables”, puntualiza.

Factores irracionales que influyen en las decisiones

La economía conductual parte del entendido de que los humanos tomamos en cuenta, tanto factores racionales, como irracionales al momento de enfrentarnos a decisiones económicas, factores como el precio, la conveniencia o el riesgo percibido influencian nuestra toma de acción, pero también factores sobre los cuales no tenemos un entendimiento completo, como, por ejemplo:

  • Estados emocionales: el miedo, la incertidumbre o la nostalgia son solo algunos ejemplos de emociones que intervienen en la toma de decisiones inclinando la balanza de la elección hacia un lugar u otro. Conocerlas hará que el esfuerzo de una marca sea mucho más consciente en el resultado final.
  • Influencias sociales: la sociedad y los agentes próximos a cualquier consumidor influyen de manera directa en el comportamiento del individuo. La presión del grupo y el sentido de pertenencia son elementos clave en el entorno competitivo actual.
  • Motivación: encontrar los puntos donde se incentive y ponga en valor un producto o servicio determinado condicionarán la elección respecto a otro. Esto es importante, puesto que por el lado contrario encontramos la inercia a seguir igual y rechazar el cambio a aquello que sea nuevo.

La economía conductual ofrece una visión más realista y matizada de la toma de decisiones económicas al incorporar factores psicológicos y emocionales. Esta perspectiva no solo enriquece nuestra comprensión de los mercados y el comportamiento del consumidor, sino que también tiene aplicaciones prácticas en áreas como la política pública, el marketing y la neurociencia. 

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