Para ser un país con una diversidad enorme de ecosistemas y recursos, las principales exportaciones de Bolivia se circunscriben a un reducido número de productos, sobre todo gas, minerales y soya, productos que además se encuentran en declive, según datos del Instituto Nacional de Estadística (INE).
De acuerdo con la institución, los productos tradicionales, hidrocarburos y minerales, cayeron en 32% y 13%, respectivamente; sin embargo, aún conservan su supremacía sobre los productos no tradicionales.
Por otra parte, hasta octubre de 2023, las exportaciones acumuladas del país llegaron a 9.232 millones de dólares, un 22% menos que lo alcanzado en el mismo periodo de 2022, mientras que las importaciones sumaron 9.490,6 millones de dólares, dejando un déficit comercial (diferencia negativa entre lo importado y exportado por el país) de 177 millones de dólares.
Para el gobierno nacional, las causas del déficit comercial son varias. La guerra en Ucrania, las recientes crisis sociales en los países vecinos, la caída de los precios internacionales de las materias primas y problemas logísticos son los más citados; pero, muy poco se habla de la reducida oferta exportadora del país.
“Exportamos productos con poco valor agregado, es decir materia prima, e importamos productos que tienen valor agregado. Ahí viene un término muy técnico que se llama el efecto negativo de las relaciones de intercambio. Importamos productos con valor agregado y exportamos sólo materia prima. Eso afecta a nuestra economía”, indica Carlos Andia, docente de la carrera de Ingeniería Comercial de la Universidad Franz Tamayo, Unifranz.
Por su parte, el gerente del Instituto Boliviano de Comercio Exterior (IBCE), Gary Rodríguez, señala que el país detenta superávit comercial en los rubros de alimentos y bebidas, y en suministros industriales; sin embargo, es deficitaria en el comercio de combustibles y lubricantes, bienes de capital, equipos de transporte y en artículos de consumo.
Las bajas exportaciones representan menos ingreso de dólares al país, por lo que Rodríguez considera que no se está dando la importancia que tiene el comercio exterior, para atraer dólares y para el desarrollo de la economía nacional.
“Aunque la exportación se desplome, las compras se mantienen porque Bolivia depende del abastecimiento externo (…). De ahí la importancia de que no falten dólares para su compra, lo que se debería lograr, idealmente, con ventas externas e incentivando el mayor desarrollo posible de las exportaciones no tradicionales”, dice.
Rodríguez recomienda diversificar la oferta exportadora del país, de manera que éste sea menos susceptible a la volatilidad de los mercados internacionales de las materias primas.
De acuerdo con Andia, la oferta exportable de Bolivia está circunscrita a 12 grupos de exportación, aproximadamente. ¿Qué exporta? El país sigue siendo un país minero y mantiene su liderazgo en la exportación de zinc y plata.
“El gas natural era nuestro producto estrella hasta hace cuatro o cinco años. Ahora, apenas estamos llegando a los cuatro mil millones de dólares de exportación de gas natural. El contrato con Brasil está siendo afectado y quedan pocos años para que se cumpla ese contrato, renovado en 2021”, agrega el académico.
Este mercado, en declive desde 2014 (cuando se alcanzó un récord en exportaciones e ingresos para el país), ha comenzado su proceso de cierre, con el desarrollo de nuevos yacimientos en Argentina y Brasil, nuestros dos únicos mercados. La caída en la producción y la falta de nuevos descubrimientos explotables ya es una preocupación nacional.
“Después de los minerales y el gas, que son productos tradicionales, tenemos la soya que es un producto muy importante en exportaciones. El año pasado, Bolivia alcanzó tres mil millones de dólares de exportación. Después de eso va disminuyendo nuestra oferta exportable”, puntualiza.
Productos como las manufacturas de madera y de cuero, la joyería, el banano, los arándanos, bebidas como el vino, la almendra (o nueces de Brasil), el asaí, el amaranto, la quinua, la chía, bebidas alcohólicas como el singani y los vinos de altura, la carne de res, entre otros, tienen gran potencial en los mercados de los países vecinos, más aún con la apertura del Mercosur, del cual Bolivia es ahora un miembro pleno, México, Europa y la Comunidad Andina de Naciones (CAN).
Por otro lado, en los últimos dos años, la industria manufacturera boliviana ha superado a las exportaciones tradicionales en términos de valor exportado, aunque, debido a la clasificación que realiza el INE, algunos productos de la minería, como el oro refinado, por ejemplo, caen en la clasificación de manufacturas, lo que puede generar ciertas distorsiones.
Actualmente, el país ha entrado de lleno en una política de sustitución de importaciones, con el objetivo de reemplazar muchos de los productos que ingresan al país, ya sea por vías legales o por el contrabando, y de esta manera reducir la salida de divisas y volver a superar el déficit comercial.
“El gobierno habla mucho de un modelo de sustitución. Nada se puede hacer, aunque hay algunas observaciones. Sin embargo, la industria ha demostrado cierta recuperación en algunos sectores. Pero nos remitimos a eso, somos un país lamentablemente extractivista”, reflexiona el académico.