Estudiantes desarrollan anticonceptivo masculino innovador a base de papaya
Durante décadas, la responsabilidad de la planificación familiar recayó casi exclusivamente en las mujeres. Inyecciones, píldoras, implantes. Para los varones, las opciones siguen siendo limitadas y poco diversas. En ese escenario global surge Carispermex, un anticonceptivo masculino en desarrollo, creado por estudiantes de la Universidad Franz Tamayo, Unifranz El Alto, que propone una alternativa natural, accesible y sostenible.
El proyecto nació en aulas universitarias, pero responde a una pregunta real: ¿por qué, en pleno siglo XXI, los hombres aún no cuentan con métodos anticonceptivos efectivos y seguros?
Carispermex es un granulado efervescente elaborado a partir de extracto de semilla de papaya, una planta ampliamente cultivada en regiones tropicales y conocida por sus múltiples propiedades bioactivas.
“Pensamos este producto como un aporte real a la sociedad. Queremos que los hombres también tengan opciones responsables para la planificación familiar, y que estas sean accesibles, seguras y basadas en recursos naturales”, señala Jovita Baltazar, una de las creadoras del proyecto.
Base natural con impacto real
La papaya (Carica papaya L.) no solo es un fruto cotidiano. Sus semillas contienen compuestos que, según estudios científicos, pueden reducir la motilidad (capacidad de movimiento) y concentración espermática de forma reversible, sin afectar permanentemente la función reproductiva.
Esa evidencia fue el punto de partida para los estudiantes de octavo semestre de Bioquímica y Farmacia de Unifranz El Alto, quienes decidieron convertir la teoría en solución.
El resultado es un prototipo funcional, con características organolépticas particulares —sabor y aroma similares al café, pero libre de cafeína— y un tratamiento de diez días, con efecto potencial durante aproximadamente un mes.
Más allá del producto, hay una historia de investigación, ensayo y error. Desde la extracción y secado de semillas hasta la maceración, formulación y control de calidad, todo el proceso fue desarrollado por los estudiantes.
El proyecto cuenta con la guía del docente Cervando Gutiérrez y la participación de Jovita Baltazar, Nadia Janco, y Cristyane Laura, jóvenes que hoy miran más allá del laboratorio.
“Este tipo de proyectos nos permite aprender de verdad. No solo aplicamos lo que vemos en clase, sino que entendemos todo el proceso que implica crear una solución real, desde la investigación hasta pensar en su posible llegada al mercado”, destaca Nadia Janco.
Su objetivo no es inmediato ni improvisado
A poco de concluir su carrera, los tres jóvenes alteños buscan cumplir todos los procedimientos científicos, técnicos y regulatorios necesarios para que, a mediano plazo, Carispermex pueda ingresar al mercado como una alternativa real para la planificación familiar masculina.
La propuesta también apuesta por la sostenibilidad. Utilizar la semilla de papaya —un recurso natural disponible y subutilizado— permite pensar en un producto de menor impacto ambiental y mayor accesibilidad.
Este tipo de iniciativas explica por qué Unifranz recibió recientemente la certificación QS, donde una de las categorías mejor evaluadas fue el impacto social, relacionado directamente con soluciones a problemas reales generadas por sus estudiantes.
Carispermex es un ejemplo concreto del Aprender Haciendo, la metodología que impulsa Unifranz y que convierte la práctica real en el eje de la formación profesional.
La innovación no se queda en el aula
El trabajo realizado en clases se traduce en investigación aplicada, en responsabilidad social y en propuestas que dialogan con desafíos globales.
En un mundo que exige corresponsabilidad en la salud sexual y reproductiva, proyectos como Carispermex abren una conversación necesaria: la planificación familiar también puede —y debe— ser un compromiso compartido.