Derrame cerebral: cómo reducir el riesgo antes de que sea demasiado tarde

By Aldo Juan Peralta Lemus

Imagen de referencia (Unifranz)

El derrame cerebral, también conocido como accidente cerebrovascular (ACV), es una de las principales causas de discapacidad y muerte a nivel mundial. Esta condición puede presentarse de manera súbita y tener consecuencias devastadoras si no se actúa a tiempo. El tratamiento rápido puede minimizar el daño cerebral y mejorar las posibilidades de recuperación, para eso es crucial reducir los factores de riesgo, o buscar atención médica inmediata ante cualquier síntoma de alarma.

Vladimir Paucara, docente de la carrera de Medicina de la Universidad Franz Tamayo, Unifranz, explica que todas las personas están expuestas al desarrollo de este tipo de enfermedades, especialmente si no se someten a controles médicos básicos y periódicos. Sin embargo, aclara que, en la mayoría de los casos, se trata de enfermedades prevenibles si se adoptan hábitos de vida saludables y se acude a revisiones médicas de manera regular.

“Los factores de riesgo están relacionados con condiciones personales, condiciones ambientales. Las condiciones personales usualmente se relacionan con la obesidad, los hábitos alimenticios, la actividad física con que cada persona tiene todos los días y en algunas personas es la eritrocitosis (aumento en la cantidad de glóbulos rojos en la sangre), la hipertensión arterial, entre otras tantas que existen como las degenerativas y son propias de nuestro medio”, sostiene el académico.

Según el especialista, la falta de prevención y el desconocimiento de los factores de riesgo pueden incrementar considerablemente la probabilidad de padecer un accidente cerebrovascular. 

Entre los factores de riesgo más comunes se encuentran la hipertensión arterial, el colesterol elevado, la diabetes, el tabaquismo y la obesidad. La presión arterial alta es, sin duda, el factor más determinante. Cuando las arterias del cerebro reciben una presión constante y excesiva, pueden debilitarse y romperse, o formar coágulos que bloquean el paso de sangre.

“Dentro de lo razonable, las personas mayores a 40 años, por ejemplo, tendrán una posibilidad mucho más alta de tener esta enfermedad. Por lo tanto se recomienda hacer un control al menos anual después de los 40 años”, explica Paucara.

El tabaquismo también juega un papel clave. Fumar daña el revestimiento interno de los vasos sanguíneos, lo que facilita la formación de placas de grasa. Además, el tabaco eleva la presión arterial y reduce la capacidad del cuerpo para transportar oxígeno, lo que multiplica el riesgo de sufrir un derrame.

Otro elemento de riesgo importante es el colesterol alto. “Los niveles de colesterol deberían ser medidos al menos una vez al año: Después de los 40 años los niveles de glicemia también deberían ser medidos para considerar cuáles son las concentraciones: de hemoglobina, glóbulos rojos, para cuantificar si la sangre se encuentra en concentraciones aceptables. Hablando dentro de las condiciones como la eritrocitosis (aumento en la cantidad de glóbulos rojos en la sangre) que predisponen a este tipo de enfermedades”, explica el docente de Unifranz.

Cuando el cuerpo acumula demasiada grasa en las arterias, estas se estrechan, lo cual dificulta el paso normal de la sangre. Esto puede causar un infarto cerebral isquémico (cuando se interrumpe el flujo sanguíneo a una parte del cerebro), que es el tipo de ACV más frecuente. A este se suma la diabetes, ya que los altos niveles de azúcar en sangre dañan progresivamente los vasos sanguíneos, incluidos los del cerebro.

“Un cambio, por ejemplo, en los hábitos alimenticios podría ser muy beneficioso. Por ejemplo, el consumo con frecuencia más alta de vegetales, de frutas. La disminución del consumo de la ingesta de carbohidratos o la disminución del consumo de grasas”, destaca Paucara.

El estrés crónico también ha sido vinculado al riesgo de derrame cerebral. Vivir constantemente en estado de tensión puede elevar los niveles de cortisol, una hormona que, en exceso, afecta negativamente al corazón y al sistema circulatorio. Aprender a manejar el estrés a través de técnicas como la meditación, el ejercicio o la terapia puede reducir significativamente el riesgo.

“Si se tiene estos factores de riesgo previamente, por ejemplo: después de los 20 años, se puede recomendar incluso los controles médicos durante ese tiempo. A partir de los 20 años, si se tiene algún factor de riesgo, si hablamos de laboratorios puramente, lo que más ayudará son los controles metabólicos”, explica Paucara.

Un accidente cerebrovascular (ACV), también conocido como derrame cerebral o ictus, ocurre cuando se interrumpe el flujo sanguíneo a una parte del cerebro, o cuando un vaso sanguíneo se rompe y sangra en el cerebro. Esto impide que el cerebro reciba oxígeno y nutrientes, causando daño o muerte a las células cerebrales.

Los avances en el tratamiento de los factores de riesgo para el accidente cerebrovascular (ACV) han mejorado significativamente en la prevención y el manejo de esta condición. Según estudios, los avances incluyen:

  • Tratamientos endovasculares: que permiten administrar medicamentos directamente en el cerebro mediante catéter, optimizando la disolución del coágulo.
  • Terapia trombolítica: Con medicamentos que pueden disolver coágulos que causan accidentes cerebrovasculares isquémicos. 
  • Trombectomía mecánica: Extracción directa de coágulos grandes. Este procedimiento elimina los coágulos de sangre que bloquean los vasos sanguíneos cerebrales. 
  • Rehabilitación: Las nuevas tecnologías, como las interfaces cerebro-computadora y la terapia con robots, están mejorando la recuperación después de un accidente cerebrovascular. 
  • Estimulación cerebral: Investigaciones sobre técnicas de estimulación cerebral para ayudar en la recuperación funcional después de un accidente cerebrovascular. 
  • Terapia celular: La terapia celular es un área de investigación prometedora para la regeneración de tejido cerebral dañado

 “Si tomamos los recaudos necesarios, tendremos menos posibilidad de desarrollar en algún punto este tipo de enfermedades que lamentablemente tienen alto porcentaje de mortalidad. Esto significa que las personas que sufren estas enfermedades fallecen en alto porcentaje y también de disfuncionalidad. Entonces, tengamos cuidado con los factores de riesgo como son los hábitos alimenticios, la hipertensión, hacer un control anual al menos sería importante”, concluye Paucara.

Para prevenir un derrame cerebral, es esencial adoptar un estilo de vida saludable. Controlar periódicamente la presión arterial y los niveles de azúcar y colesterol es una medida clave. Muchos casos de ACV se podrían evitar con simples chequeos médicos regulares que detecten factores de riesgo a tiempo.

Además, es importante prestar atención a las señales de advertencia de un derrame cerebral como: debilidad repentina en un lado del cuerpo, dificultad para hablar o entender, pérdida de equilibrio, visión borrosa o dolor de cabeza intenso. Ante cualquiera de estos síntomas, se debe buscar atención médica inmediata. Actuar rápido puede salvar vidas.

Aunque el derrame cerebral es una condición grave, es prevenible en gran medida. Adoptar hábitos saludables, realizar chequeos médicos regulares y estar atentos a las señales de alerta. La prevención es, sin duda, la mejor medicina.

avatar do autor
Aldo Juan Peralta Lemus

Deixe um comentário

O seu endereço de e-mail não será publicado. Campos obrigatórios são marcados com *