De tabú a prioridad: la transformación de la salud mental

By Ricardo Espinoza

Salud mental
De tabú a prioridad: la transformación de la salud mental

Cuando Claudia tenía 20 años, empezó a experimentar ansiedad. Le costaba dormir, se sentía cansada sin razón aparente y perdió interés por actividades que antes disfrutaba. En su entorno nadie comprendía lo que le pasaba: “Decían que solo estaba estresada o que debía ponerle más ganas”, recuerda. En ese entonces, hablar de salud mental era casi un tabú, asociado a debilidad o falta de carácter.

Durante años, la salud mental fue un tema relegado e invisible. Las dolencias físicas tenían respuesta médica; las emocionales, en cambio, se callaban. Hoy, sin embargo, el panorama empieza a cambiar. La salud mental se ha convertido en una prioridad global, y octubre, Mes de la Salud Mental, nos recuerda que el bienestar emocional es tan importante como la salud física.

De lo invisible a lo urgente

La pandemia de COVID-19 marcó un antes y un después. Según la Organización Mundial de la Salud (OMS), los casos de depresión y ansiedad aumentaron un 25% a nivel mundial en los primeros meses de la crisis sanitaria. En Bolivia, la Organización Panamericana de Salud (OPS) señala que el 85% de quienes presentan síntomas de trastornos mentales no accede a tratamiento adecuado, por factores económicos, falta de especialistas, desinformación y estigma social.

La psicóloga Liliana Serrano, responsable del Gabinete Psicológico de la Universidad Franz Tamayo, Unifranz El Alto, destaca que, “a diferencia de hace una década, los estudiantes hablan con más apertura sobre sus emociones y no temen pedir ayuda. Expresiones como ‘me siento abrumado’ o ‘estoy yendo a terapia’ son cada vez más comunes. Esto refleja una generación que entiende la importancia del bienestar emocional como parte de su desarrollo integral”.

Serrano agrega que las redes sociales y los medios digitales han visibilizado la salud mental, aunque aún persisten desafíos: el acceso desigual a servicios y la falta de acompañamiento en algunos contextos familiares y educativos.

Una nueva generación más consciente

Las generaciones jóvenes, especialmente estudiantes universitarios, están normalizando la conversación sobre emociones. Hablar de ansiedad, estrés o buscar terapia dejó de ser signo de debilidad y hoy es visto como responsabilidad personal y madurez emocional.

“La etapa universitaria puede ser muy exigente emocionalmente”, explica Serrano. Brindar acompañamiento psicológico constante, promover estrategias de autocuidado y espacios de diálogo donde los jóvenes aprenden a reconocer sus límites, manejar el estrés y cuidar su salud emocional, resulta esencial para garantizar un entorno saludable.

“Estas acciones no solo benefician al individuo, sino que construyen comunidades universitarias más empáticas, solidarias y resilientes. Invertir en salud mental universitaria es invertir en el futuro del país”, afirma.

Los retos que persisten

Pese a los avances, los desafíos siguen siendo grandes. La OMS estima que una de cada ocho personas vive con algún trastorno mental, siendo la depresión y la ansiedad los más comunes. Sin embargo, el presupuesto global destinado a salud mental representa menos del 2% del gasto total en salud.

En América Latina, la falta de profesionales y la limitada inversión pública dificultan el acceso a servicios psicológicos, especialmente en zonas rurales o de bajos recursos. Además, persisten prejuicios culturales: frases como “solo los locos van al psicólogo” aún se escuchan, mostrando que cambiar la mentalidad requiere educación, sensibilización y trabajo constante.

Cuidar la mente, un compromiso colectivo

El bienestar mental no depende solo de factores individuales. También se relaciona con condiciones de vida, seguridad, entorno laboral y redes de apoyo. Crear espacios donde las personas se sientan escuchadas y comprendidas es clave para prevenir crisis emocionales y fortalecer la salud colectiva.

En este sentido, Unifranz integra la salud mental en su modelo educativo, con acompañamiento psicológico, talleres de manejo del estrés y espacios de diálogo que priorizan el bienestar emocional. Serrano concluye:

“Cuidar la mente no debe ser un lujo, sino una necesidad. Mantener la conversación sobre salud mental todo el año permite construir una comunidad más humana y consciente”, afirma la psicóloga.

La salud mental antes se ocultaba; hoy se abraza. Pero el camino sigue siendo largo. Cada paso que damos —como personas, familias e instituciones— nos acerca a un futuro más empático, humano y saludable.

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