Santa Cruz de la Sierra, la ciudad más importante de Bolivia, con una densidad poblacional de más de 1,7 millones de habitantes (según proyecciones del INE), enfrenta una explosión demográfica que plantea desafíos en planificación urbana y ordenamiento territorial, tales como una gestión urbana efectiva, integral y participación interinstitucional.
A pesar de contar con una planificación inicial, el rápido crecimiento demográfico, sumado a la migración de miles de personas, desborda las infraestructuras y servicios de la capital oriental. A raíz de este crecimiento desmedido, se genera congestión vial, déficit habitacional y escasez de áreas verdes.
El director de la carrera de Arquitectura de la Universidad Franz Tamayo, Unifranz, Gabriel García, asegura que la expansión urbana desordenada y ocupación irregular del suelo han surgido como respuesta a la creciente demanda de vivienda.
“Se requiere una gestión urbana más efectiva, con planificación integral, participación ciudadana y coordinación interinstitucional para afrontar los retos de una ciudad en constante crecimiento”, dice el experto.
La falta de planificación repercute en «el desarrollo urbano equilibrado y la mejora en la calidad de vida de los habitantes de la ciudad”, agrega García.
Ausencia de políticas de planificación urbana
Las principales ciudades del país no asumen su verdadero rol respecto a la definición de políticas públicas urbanas en sus Planes Territoriales de Desarrollo Integral, (PTDI) y tampoco generan mecanismos ni leyes que permitan un crecimiento ordenado de los municipios.
Álvaro Viaña es arquitecto y ex Secretario Municipal de Planificación para el Desarrollo del municipio de La Paz. Para el especialista, la ausencia de continuidad de políticas públicas en las gestiones municipales traspasa la responsabilidad de planificación a los privados. Éstos, bajo el pretexto de “desarrollos inmobiliarios”, definen arbitrariamente cómo deben crecer las ciudades.
“Lamentablemente, en ningún caso, las inmobiliarias consideran el impacto de estas nuevas urbanizaciones con el entorno inmediato y menos su relación con la ciudad, lo que prima es siempre el interés económico”, puntualiza Viaña.
La falta de atención de los municipios en diversos aspectos (como la seguridad ciudadana), genera que estos “urbanizadores” desarrollen proyectos urbanos bajo el modelo de condominios cerrados. De esta manera resuelven parcialmente estas necesidades y otorgan un sentido de seguridad al interior, pero dando la espalda a la ciudad que los rodea.
Para Viaña, en el caso de Santa Cruz de la Sierra, es necesario revisar si el modelo de ciudad extendida, como se está presentado actualmente, es el más adecuado.
Actualmente, Santa Cruz de la Sierra, al igual que La Paz y Cochabamba, presenta conflictos limítrofes con su mancha urbana. Los límites con municipios vecinos se diluyen y provocan problemas en la prestación de servicios y regulación.
Santa Cruz de la Sierra es una ciudad extensa y de densidad baja. Hoy la mancha urbana, podría albergar fácilmente a una urbe con cuatro millones de habitantes con condiciones de calidad de vida buena. Por ello, se hace urgente y necesario que se estudie el modelo de crecimiento actual y se reenfoque la normativa que permita, en ciertos sectores, una mayor densidad poblacional.
La planificación urbana para las ciudades
El crecimiento desordenado de las ciudades se explica por la ausencia de un plan urbano claro y conocido. La planificación urbana establece la visión a largo plazo para la urbe. Un diseño adecuado trazará los objetivos y estrategias que guíen su crecimiento de manera ordenada y equilibrada. Implica anticiparse y tomar decisiones informadas sobre el crecimiento y la organización de los espacios urbanos.
La planificación del desarrollo de una ciudad demanda considerar diversos factores como la demografía, la infraestructura, el uso del suelo, el medio ambiente, la economía y la equidad social, según Christian Alvarado Ojeda, docente de Arquitectura de Unifranz.
Una adecuada planificación urbana optimiza el uso del suelo, garantiza la disponibilidad de servicios básicos, fomenta la conectividad, preserva el patrimonio cultural y natural y promueve la cohesión social.
Un trabajo previo
El ideal de una ciudad planificada establece un ordenamiento territorial que garantice una distribución equilibrada y eficiente del suelo urbano. Implica el desarrollo de infraestructuras adecuadas, como sistemas de agua potable, alcantarillado, electricidad, transporte público y vialidades bien conectadas.
Además, una ciudad planificada debe contar con suficientes espacios públicos y áreas verdes accesibles para todos los ciudadanos, promoviendo la calidad de vida y la convivencia social.
Álvaro Viaña puntualiza que, en este ámbito, los profesionales encargados de la planificación urbana deben gestionar de manera adecuada las construcciones en las ciudades. Este trabajo pasa por la identificación de las vocaciones de cada zona o sector para generar políticas públicas que tiendan a resolver las necesidades básicas de sus ciudadanos. Con estos lineamientos se asientan las condiciones adecuadas para desarrollar las principales actividades de vivir, trabajar, estudiar y divertirse.
Todo planteamiento de planificación urbana debe ser periódicamente revisado y, en muchos casos, reorientado. La planificación no es una ciencia exacta y está sujeta a innumerables factores externos que requieren su acompañamiento específico