Por Guiomara Calle
Claudia Cronenbold, ingeniera industrial, construyó su vida bajo una premisa simple pero poderosa: todo se puede lograr. Ella supo consolidar su carrera profesional gracias a su mentalidad orientada al éxito, pero su vida no estuvo exenta de fracasos y frustraciones. Su historia de resiliencia comienza a los 30 años, cuando siendo gerente nacional de planificación de un banco, decide hacer un cambio radical en su carrera.
Su testimonio fue parte de la cuarta versión de “Mujeres Sin Filtro”, un evento organizado por el Instituto de la Mujer y Empresa (IME), de la Universidad Franz Tamayo, Unifranz, donde ellas comparten historias de fracaso en los negocios con el fin de que sirvan de inspiración y aprendizaje a otras.
Claudia se define como una persona persistente, una característica que se ha vuelto fundamental en su vida. “Si me dices ‘no lo puedes lograr’, yo digo ‘estás equivocado’”, afirma con determinación. Sin embargo, a pesar de su tenacidad y su enfoque metódico —donde todo se mide y se planifica—, ella vivió un momento de quiebre que cambió su perspectiva profesional y personal.
Atraída por un salario mayor, ella aceptó un puesto de analista en una empresa petrolera, con la promesa de ascender a una gerencia de planificación en unos tres años, tiempo suficiente para que se preparara. Sin embargo, esa oportunidad llegó antes de lo previsto, pero no para otra persona. A los seis meses, promovieron a otro profesional con un perfil diferente al suyo y ahí comenzó su primera gran frustración.
La sensación de que su desempeño no había sido valorado se apoderó de ella, generando un ciclo de negatividad que comenzó a afectar su actitud y confianza. “Para mí fue un momento de frustración que no puedo explicar. Me preguntaba si había tomado una mala decisión al haber dejado el banco”, recuerda.
Su mayor reto no fue el fracaso en sí, sino cómo lo manejó. La frustración empezó a afectarla al punto de que, cuando el nuevo gerente le pedía apoyo, ella lo hacía con resentimiento, sin darse cuenta de que estaba perdiendo de vista las oportunidades que tenía en frente. Se encontraba en un círculo de negatividad del que no podía salir hasta que un día, tras una discusión con su jefe, algo hizo clic.
Se dio cuenta de que esa no era la persona que quería ser y que si no hacía un cambio podría terminar saboteando su carrera, y fue en ese momento que decidió recuperar su esencia y su motivación. “Yo no quería ser esa mala persona”, reflexiona.
La reflexión que cambió su destino
Este primer tropiezo profesional se convirtió en un punto de inflexión. Con el tiempo, la empresa la apoyó con una maestría en Brasil y, tras finalizarla, Claudia recibió un ascenso que superó sus expectativas iniciales: fue nombrada Gerente de Planificación y Desempeño en la oficina central ubicada en ese país. “Me convertí en la primera mujer extranjera en Brasil en ocupar un cargo gerencial. Estaba encargada de evaluar negocios en 27 países y liderar a un equipo de 25 analistas”.
Sin embargo, el éxito trajo nuevos desafíos. Claudia enfrentaba una gran carga de trabajo y las exigencias de ser madre. El control sobre su tiempo, que siempre había sido su fortaleza, comenzó a convertirse en su mayor debilidad, pues la búsqueda constante de perfección la llevó a un límite emocional que terminó en una sala de hospital. Ahí la marcó una segunda lección: aunque la presión interna ayuda a tener éxito, también puede romper si no se la gestionaba adecuadamente.
Aprendió que no todo se puede controlar y que es necesario aceptar que, a veces, el tiempo se pierde y eso también es parte de la vida. “El aprendizaje más importante fue cómo presionarme sin romperme”, reflexiona sobre esa lección.
Para Claudia, el fracaso es una herramienta valiosa. Cada tropiezo, cada “metida de pata”, sirve para aprender y ser mejor persona y, en última instancia, para ser feliz. Ella continúa desafiándose a sí misma, ahora con una visión más equilibrada de lo que significa el éxito.
Las lecciones que marcaron su vida laboral fueron parte de los aprendizajes de “Mujeres Sin Filtro”, un espacio del IME cuyo concepto pertenece a la franquicia internacional Fuckup Nights, que es una comunidad global donde se habla de los fracasos en los negocios.
“Nuestra iniciativa es una submarca que busca abordar el fracaso desde la mirada de una mujer líder que se encuentra en altos cargos, pero no desde la victimización, sino desde la responsabilidad con una misma. Son conversaciones y situaciones reales”, detalla Xiomara Zambrana, directora del IME.
Agrega que este evento se realiza en Santa Cruz, Cochabamba, La Paz y El Alto, con ingreso libre para las interesadas. En estos encuentros también se aprovecha para brindar asesoramiento y establecer una red de contactos que puede beneficiar a las asistentes en negocios. Las historias están disponibles en YouTube del IME.