En el periodismo, la ética proporciona un conjunto de principios y normas que sirven como parámetro para la conducta de los periodistas en la búsqueda de generar contenidos veraces y objetivos.
Para Gabriel Romano, docente de la carrera de Periodismo en la Universidad Franz Tamayo, Unifranz, la veracidad implica una relación de coherencia entre la información y la realidad, mientras que la objetividad supone una posición desinteresada del periodista respecto al hecho noticioso pero que la autorregulación y la formación de una conciencia crítica en las audiencias son claves para el respeto de la ética en el periodismo.
“De forma tal que la información, que muchas veces puede ser escogida por el informador bajo un criterio personal, no esté influida o condicionada por prejuicios políticos, culturales o personales”, dice el periodista
En tanto, el experimentado periodista colombiano Javier Darío Restrepo sostiene que “la naturaleza de la ética periodística está centrada en los valores del compromiso con la verdad, la independencia y de la responsabilidad social, que son los altos niveles del mejor periodismo”.
Luis Ramiro Beltrán, por su parte, indica que por ética puede entenderse, el carácter o comportamiento habitual – la manera de ser – de la persona, determinada por principios morales y normas sociales implantados hasta el grado consuetudinario en su conciencia – en su fuero interno – por la educación en el hogar, en la escuela, en la iglesia y en el trabajo.
Por ende, Beltrán entiende por ética periodística “la manera moral de ser y de hacer de la periodista regida por su profunda identificación con principios y normas de adhesión a la verdad, a la equidad, al respeto por la dignidad y por la intimidad de las personas, al ejercicio de la responsabilidad social y a la búsqueda del bien común”.
Código de ética periodística en Bolivia
En Bolivia existen manuales y códigos de ética que promueven los principios como la información, la exactitud y el equilibrio, el uso de fuentes reconocidas, la protección de fuentes confidenciales, la salvaguarda del principio de inocencia, entre otros.
El Código Nacional de Ética Periodística, por ejemplo, “(…) recoge principios universalmente reconocidos para la autorregulación y el ejercicio ético del periodismo y buscará garantizar el derecho a la información y a la comunicación, que está reconocido en la Declaración Universal de los Derechos Humanos (art.19), en la Convención Americana de Derechos Humanos (Art.13) y en la Constitución Política del Estado de Bolivia (Art. 21 numerales 3,5,6; Art 106 y Art.107”.
El Código indica que es responsabilidad de las y los propietarios de los medios públicos y privados, directores, editores o periodistas, así como de quienes expresen opiniones a través de los medios:
– Actuar en conformidad con el sentido de las normas éticas de este Código, y con la responsabilidad institucional y profesional que exige el manejo de la información periodística como un bien público.
– Fortalecer el ejercicio de un periodismo crítico y autocrítico que contribuya a consolidar y perfeccionar la democracia, a promover la tolerancia y a construir una cultura de paz, igualdad, equidad de género y respeto a la diversidad étnica y cultural de nuestro país.
– Respetar el derecho a la información y la comunicación que sostienen la libertad de expresión y la libertad de prensa, reconociendo que son condiciones básicas para la vigencia de una sociedad democrática.
– Impedir todo tipo de censura, sea esta social, política o económica, hechos o violaciones a la libertad de expresión, que pudieran venir de autoridades y otras entidades y que disminuyan, restrinjan, dificulten o anulen el ejercicio de la libertad de prensa, de información y de opinión.
Periodismo militante
Sin embargo, Romano alerta sobre la relativización de los principios establecidos en el Código y su instrumentalización para defender determinadas consignas o intereses políticos, religiosos o económicos.
Menciona como ejemplo al «periodismo militante», es decir aquella información que se transmite con un sesgo preconcebido y que ve, principalmente, en la opción política declarada del periodista un valor, cuando en realidad es una contravención ética.
“Cuando esto sucede, el periodista o comunicador tiende a convertirse en el portavoz de alguien (político, Gobierno o empresa) al punto de apartarse de su misión fundamental y convertirse en un propagandista o, en los casos más extremos, en un agitador”, dice Romano.
Sesgo publicitario
Otro aspecto muy frecuente y sobre el que hay que reflexionar cuando de ética periodística se habla, es el vínculo que algunos periodistas tienen con la publicidad.
Se ha llegado a un punto en el que el sujeto que difunde información -fenómeno que se da en televisión y radio- es en el fondo un periopublicista. El periopubicista es aquella persona que teniendo una labor en la cadena de difusión de información también promociona su propia imagen al punto que busca ganar dinero de aquello.
“Si un periodista o presentador hace publicidad para una empresa, ¿será que podrá informar independientemente cuando alguna de ellas esté comprometida en una contravención pública? Creo que la cuestión de la ética en las condiciones sociales actuales en el país tiene límites muy difusos”, asevera el periodista.
A esto hay que sumar la pelea incesante de los medios tradicionales por aumentar sus ingresos, el rating y las competencias por las audiencias. En Bolivia esta dinámica ha dañado al periodismo, en especial aquel que se presenta por la televisión.
“Estamos en un callejón sin salida, ya que seguir como estamos o querer sancionar las faltas sería como aplicar una cura que es peor que la enfermedad”, finaliza el docente universitario.