Arquitectura «cholet, made in El Alto», una oportunidad para el turismo en Bolivia

Arquitectura «cholet, made in El Alto», una oportunidad para el turismo en Bolivia

Por Manuel Filomeno

La arquitectura neo-andina, más conocida como ‘cholet’, una tendencia constructiva y estilística caracterizada por el sincretismo de la cultura aymara con elementos modernos y nacida con el milenio se adueña de la ciudad de El Alto, como una muestra de opulencia y crecimiento que guarda un potencial turístico impresionante.

La historia, evolución y potencial de este estilo arquitectónico “hecho en El Alto”, será tema central del conversatorio “Íconos arquitectónicos turísticos de El Alto”, organizado por el Centro de Investigación Innovación y Transformación Digital en Turismo (CIINTUR), de la Universidad Franz Tamayo, Unifranz, de la mano de sus protagonistas y la alianza con la alcaldía alteña y el tour operador “Turismo El Alto”.

Para el arquitecto más prominente en este movimiento Freddy Mamani Silvestre, quien ha diseñado y construido una serie de edificaciones conocidas como cholets, “son edificios autosustentables económicamente. No se trata sólo de construir edificios residenciales de gran tamaño sino que son también edificios comerciales, planteados para que generen beneficio económico para el propietario en el futuro. Es decir: que el edificio sea un seguro de vida”.

La palabra ‘cholet` es una combinación de «cholo», un término utilizado para referirse a los indígenas aymaras de Bolivia, y «chalet», lo que indica la fusión de elementos tradicionales con una forma arquitectónica moderna.

Mamani, junto a académicos especializados en turismo, autoridades y propietarios de edificios, compartirá su visión sobre esta tendencia constructiva y estética en el conversatorio .

“Este estilo es una expresión de la identidad cultural de la población aymara y, en un sentido más amplio, de la identidad indígena boliviana, el cual guarda un gran potencial turístico por su atractivo particular”, señala Fernando Villagra, director de la carrera de Administración de Hotelería y Turismo de la Universidad Franz Tamayo, Unifranz.

Los colores neón y las formas geométricas contrastan con los edificios de ladrillo circundantes. Máscaras de danzas folklóricas, superhéroes, referencias a películas, autos, barcos, la Torre Eiffel o dibujos animados llaman la atención de los transeúntes en la urbe alteña.

Este estilo arquitectónico fusiona colores vibrantes, formas audaces y tienen una marcada influencia de la cultura tiwanakota, legado ancestral que ha permeado en la concepción de los emblemáticos cholets. 

Estas majestuosas edificaciones no son simples viviendas. Se trata de proyectos personalizados, diseñados según los gustos y preferencias del propietario, lo que contribuye a la diversidad y singularidad de cada edificio. 

Con fachadas coloridas, diseños intrincados y luces, estas construcciones guardan en su interior salones de fiesta opulentos y amplios, en los que elementos como los patrones geométricos y los juegos de luz generan espacios únicos a la vista de los visitantes.

“Son edificios llamativos por fuera y por dentro, futuristas y a la vez costumbristas, sus paredes cuentan historias de superación y lucha”, expresa Patrick Hanley, un turista norteamericano, invitado a una reciente fiesta en uno de los locales instalados en el interior de estos edificios.

Los cholets son un símbolo de estatus y orgullo para sus propietarios, quienes compiten por destacar con innovadoras propuestas que van desde réplicas del Titanic, hasta la incorporación de personajes de películas como los Transformers o recreaciones de elementos del imperio romano. Todo con el objetivo de captar la atención y admiración tanto de locales como de visitantes.

Sincretismo cultural

Villagra indica que este estilo arquitectónico se caracteriza por el sincretismo entre lo aymara-andino y lo pop y moderno.

Algunas edificaciones tienen esculturas de personajes de la cultura pop, figuras mitológicas o estatuas inspiradas en la cosmovisión andina. Estas esculturas son, frecuentemente, hechas de fibra de vidrio y adornan las fachadas o los techos de los edificios. Por otra parte, las fachadas suelen estar revestidas con vidrios pintados y espejos que amplifican la luminosidad y la percepción de grandeza de los edificios”, expresa.

Pero las características no solo se observan en los exteriores, sino que sus interiores también están diseñados para mostrar esta mezcla entre la cultura milenaria de los andes y elementos de modernidad.

Los interiores son igualmente elaborados, con salones de baile decorados con candelabros, espejos, y detalles dorados que contrastan con los colores vivos de las paredes y techos, a la vez que los símbolos que se encuentran en los salones remiten a la cosmovisión andina, como la Chakana (cruz andina) y otros patrones geométricos, se encuentran incorporados tanto en la decoración interior como exterior”, agrega el académico.

Sin embargo, los elementos que hacen a estos edificios únicos no se acaban en lo estético, ya que estos también reflejan las dinámicas sociales de la urbe más joven de Bolivia.

“La peculiaridad de los cholets no sólo radica en su estética, sino también en su función social. Desde comercios en planta baja hasta salones de fiesta en pisos intermedios, y finalmente viviendas en las plantas superiores, estos edificios son un reflejo de la dinámica social y económica de El Alto, donde la comunidad ha sabido adaptar sus necesidades y tradiciones al entorno urbano”, explica Ana Patricia Huanca, arquitecta y docente de la carrera de Administración de Hotelería y Turismo, en Unifranz.

Estos edificios son usualmente de varios niveles, con cada nivel sirviendo a un propósito diferente. Por ejemplo, el primer nivel puede ser un espacio comercial, los siguientes niveles pueden ser salones de eventos, y en la parte superior, un chalet privado para los dueños.

La planta baja son galerías comerciales que pueden arrendar, también hay dos plantas con salones para actividades culturales y festivas. También, paralelamente, tienen canchas deportivas, juegos infantiles… En la parte superior, hay apartamentos que se pueden alquilar. “Las familias construyen a una edad media de entre 30-40 años y cuando tienen hijos que van independizándose pueden ofrecer a sus hijos estos apartamentos”, agrega.

En la última planta viven los propietarios del cholet que, como son migrantes del campo, gustan de vivir junto a la naturaleza, rodeados de ésta.  Estar ahí simboliza que están más conectados a ella, al espíritu de su propia vida, a su propia integridad, expresa el arquitecto.

Potencial turístico y renovación urbana

Villagra indica que la arquitectura neo-andina está transformando radicalmente el paisaje urbano de El Alto. Estos edificios están cambiando la percepción de la ciudad de varias maneras:

Identidad cultural: estos edificios representan una afirmación de la identidad indígena y de la prosperidad de una nueva clase media emergente en El Alto, contrarrestando la historia de marginalización que han sufrido las poblaciones indígenas.

Atracción turística: la proliferación de este estilo ha convertido a El Alto en un destino turístico en sí mismo, atrayendo a visitantes tanto nacionales como internacionales interesados en la arquitectura única y en la cultura que representa.

Desafío a las normas arquitectónicas: la arquitectura neo-andina desafía las normas estéticas y arquitectónicas convencionales, promoviendo una estética que fusiona lo tradicional y lo moderno de manera innovadora y audaz.

Impacto económico: el desarrollo de estos edificios ha fomentado la creación de nuevos negocios y oportunidades económicas en la ciudad, además de elevar el estatus y la visibilidad de El Alto a nivel nacional e internacional.

Renovación urbana: este estilo arquitectónico está contribuyendo a la renovación urbana de El Alto, cambiando la imagen de la ciudad de un lugar considerado marginal a un centro de creatividad e innovación arquitectónica.

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