El nuevo mapa del comercio boliviano: puertos, corredores y oportunidades educativas

By Leny Chuquimia

Bolivia atraviesa un momento decisivo en su inserción comercial internacional. Los nuevos puertos en el Pacífico, los corredores bioceánicos y la creciente llegada de productos innovadores están transformando la manera en que el país se conecta con el mundo.

Así lo explica Andrea Cisneros, directora de la carrera de Ingeniería Comercial en la Universidad Franz Tamayo (Unifranz). Observa que los cambios ya son visibles y que el futuro apunta a una integración mucho más amplia.

“Los impactos de los nuevos puertos se hacen sentir en nuestro mercado. Hay quienes ven problemas ante estos nuevos puertos, pero -definitivamente- son oportunidades que se presentan para todos los comerciantes y los profesionales en nuestro país”, sostiene Cisneros.

Un mapa en reconfiguración

Los datos muestran que el comercio boliviano ya se está redibujando. El mapa comercial ya no se limita a los puertos tradicionales de Chile; se abre hacia el sur peruano, hacia el Atlántico a través de corredores y hacia el Pacífico con nuevos puertos y megaproyectos que pueden marcar la próxima década.

El impacto más visible llega a través del puerto de Matarani, en Arequipa. Datos de la Administración de Servicios Portuarios de Bolivia (ASP-B) confirman un salto notable: en el primer trimestre de 2024 se movieron 62.624 toneladas métricas, frente a apenas 9.105 toneladas en el mismo período de 2023, un crecimiento cercano al 600 %.

Pero no es el único. Cisneros pone como ejemplo a Puerto Jennifer: “En su tercera fase, el paso colindante con Brasil y Paraguay ha generado un corredor bioceánico muy interesante que hoy en día impacta en la entrada y salida de productos por el oriente del país”.

“Ese corredor se sumará al megapuerto proyectado en Arequipa, que promete convertirse en otro nodo estratégico para la región. Hay muchos que ven problemas ante estos nuevos puertos, pero definitivamente son oportunidades que se presentan para todos los comerciantes aquí en nuestro país”, afirma.

El megapuerto de Corío, en Arequipa, es considerado uno de los proyectos portuarios más ambiciosos de Sudamérica, superior al Puerto Chancay. Tendrá una capacidad para 100 millones de toneladas al año y 28 metros de profundidad natural, permitirá recibir los barcos más grandes de la región. Conectará mar, tren y aire. Su infraestructura abarcará 15.947 hectáreas, combinando puerto, zonas industriales y vialidad complementaria. 

Chancay: el puerto que seduce a Bolivia

“Un puerto con muchas ventajas se ha inaugurado el año pasado en las costas del Perú, Chancay. Actualmente el impacto no parece sentirse mucho, pero ya se comienza a ver en la entrada de comercio por el lado terrestre”, explica Cisneros.

Entre las infraestructuras que marcan tendencia, Chancay destaca como pieza clave del futuro. Su construcción tiene un avance de obra superior al 70 %. La primera etapa demandó más de 1.400 millones de dólares, y la inversión total podría superar los 3.400 millones.

Tiene capacidad para recibir buques de hasta 24.000 contenedores, reduciendo los tiempos de transporte hacia Asia. Para Bolivia, la opción seduce porque podría significar un acceso más competitivo al mercado asiático, siempre que se fortalezca la logística terrestre.

El reto de la producción nacional

La infraestructura portuaria por sí sola no basta. Para Cisneros, el verdadero desafío está en garantizar que Bolivia pueda cumplir con la demanda de los mercados externos.

“Nosotros como país tenemos que comenzar a asegurar la producción. Perú, por ejemplo, ha comenzado a asegurarse una producción interesante dentro del tonelaje de frutas, bananos, arándanos, frutillas, papas… Va generando una fluida exportación de productos”, explica.

La comparación es clara; mientras Perú consolida su capacidad de exportación, Bolivia debe trabajar en estabilidad, continuidad y cumplimiento de estándares. “Cuando tú cumples una demanda, tienes que ser serio, constante y puntual en las entregas ante diferentes situaciones que se puedan presentar, como amenazas climáticas y gubernamentales”, señala la académica.

Bolivia podría entrar en el mercado “como para salvar” cuando otros países no logran cubrir sus compromisos, pero el objetivo debería ser mayor: construir una base productiva estable que aproveche la apertura de nuevos corredores.

Matarani consolida cifras récord, Chancay promete una salida directa y competitiva hacia Asia, y los corredores bioceánicos conectan al país con Brasil y Paraguay. Pero la verdadera oportunidad, como insiste Cisneros, está en saber aprovechar estas puertas. El desafío ahora es que la producción nacional y la formación de capital humano estén a la altura de estas nuevas rutas.

La educación como cimiento del cambio

El boom portuario se convierte en una oportunidad doble. Mientras los corredores facilitan el comercio internacional, también impulsan a Bolivia a formar profesionales capaces de gestionar, innovar y transformar la producción nacional, asegurando que el país no solo reciba productos, sino que también pueda competir en los mercados globales.

“Nuestro comercio está en nosotros, así que debemos ser innovadores, transformadores, y siempre viendo las mejores prácticas para generar un buen comercio. Creo que ese es el futuro de nuestro país”, sostiene Cisneros.

En este entendido, el modelo educativo de Unifranz, enfocado en el aprender haciendo, es vital para fortalecer las competencias de los futuros profesionales. El enfoque transformador de la carrera de Ingeniería Comercial, donde el estudiante gestiona proyectos desde el primer día, es fundamental para desarrollar un perfil profesional competitivo y capaz de enfrentar los desafíos de un mercado global en constante cambio.

Para la experta, la transformación comercial de Bolivia no puede separarse del ámbito formativo. Recomienda la capacitación constante, el acompañamiento educativo y transformar las formas en que realizamos nuestra producción. 

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