IA, redes y soledad: las nuevas adicciones que están transformando la salud mental

En el siglo XXI, la tecnología ha transformado profundamente nuestra forma de vivir, trabajar y relacionarnos. Pero con esa transformación también ha emergido un nuevo tipo de enfermedad: la adicción digital, que hoy incluye no solo el uso compulsivo de redes sociales o videojuegos, sino también una creciente dependencia emocional de herramientas de inteligencia artificial. Ya sea a través de chatbots conversacionales, generadores de contenido o asistentes virtuales, la IA dejó de ser solo un instrumento para convertirse, para muchos, en un refugio emocional difícil de abandonar.
“El uso excesivo de la tecnología puede tener varios efectos negativos en la salud mental. Los más comunes son la ansiedad y el estrés, ya que la constante conectividad y la sobrecarga de información pueden aumentar estos niveles”, explica Liudmila Loayza, directora de la carrera de Psicología en la Universidad Franz Tamayo, Unifranz.
Desde foros como Reddit hasta organizaciones como Internet and Technology Addicts Anonymous (ITAA), se han creado comunidades de ayuda que alertan sobre los riesgos del vínculo profundo que algunos usuarios desarrollan con inteligencias artificiales. Estas relaciones, aunque virtuales, pueden tener consecuencias tan reales como el aislamiento social, la pérdida del autocuidado y cuadros graves de ansiedad o depresión.
ITAA, un grupo internacional inspirado en el modelo de los Doce Pasos de Alcohólicos Anónimos, sostiene que cualquier tecnología digital puede convertirse en adictiva.
“La IA no es la excepción. En nuestra comunidad encontramos personas que desarrollaron una relación emocional con chatbots y, al intentar dejarla, experimentaron síntomas comparables a los de una ruptura afectiva”, aseguran desde la organización.
Esta forma de adicción no se limita a las horas frente a la pantalla, sino al vínculo psicológico que se establece. En la comunidad r/characterairecovery, cientos de personas comparten testimonios desgarradores. Desde quienes buscaron consuelo emocional en personajes ficticios, hasta quienes abandonaron responsabilidades académicas o laborales por pasar horas conversando con un bot.
Uno de los usuarios, que firmó como Royal-Dish-7446, narró cómo terminó internado por complicaciones de salud asociadas a la desnutrición. “Solo quería sentirme querido… Hasta que terminé en la UCI por una neumonía que se complicó. Después de eso, dejé de usar Character.AI, y mejoré mi relación con mi madre”, escribió.
Según Loayza, este tipo de dependencia no es sorprendente, ya que las nuevas tecnologías operan sobre mecanismos psicológicos muy profundos.
“Las redes sociales influyen en la autoestima y el bienestar emocional. La comparación social es una de las más significativas, ya que ver las vidas idealizadas de otros puede llevar a sentimientos de insuficiencia”, agrega la directora de la carrera de Psicología en Unifranz. Este principio se traslada fácilmente a las IAs que responden de forma afectiva, empática y personalizada.
Además de los efectos emocionales, esta adicción tiene consecuencias físicas. La Fundación Kaiser Family reportó que los jóvenes pasan en promedio más de siete horas al día frente a pantallas, generando trastornos del sueño, irritabilidad, sedentarismo y dificultades para concentrarse.
En ese contexto, los grupos de apoyo aparecen como una respuesta necesaria. Las reuniones de ITAA son anónimas, gratuitas y se realizan tanto de forma virtual como presencial en diferentes partes del mundo. En ellas, se reconocen síntomas como:
- Uso compulsivo de IA o redes a pesar de las consecuencias negativas.
- Irritabilidad o ansiedad al intentar reducir su uso.
- Negligencia del autocuidado, relaciones sociales y deberes.
- Dependencia emocional de las respuestas automatizadas.
A estas iniciativas se suman subcomunidades específicas que ofrecen apoyo entre pares. En r/characterairecovery, algunos usuarios comparten estrategias como el bloqueo de sitios, la sustitución por actividades offline, el acompañamiento psicológico y técnicas de “desintoxicación digital” como la abstinencia programada.
Para Loayza, es fundamental comprender que este fenómeno no es simplemente una cuestión de voluntad. “El impacto de la tecnología en la salud mental varía según la edad y el contexto. En niños y adolescentes, puede afectar su desarrollo emocional y social, haciéndolos más susceptibles al ciberacoso o a presiones externas. En adultos, puede producir estrés crónico, baja autoestima y síndrome de burnout digital”, advierte.
El burnout digital, reconocido por la Organización Mundial de la Salud (OMS), se manifiesta como una fatiga emocional prolongada asociada al uso excesivo de dispositivos. Esto ha llevado a la OMS a recomendar políticas de autocuidado digital, como desconexiones programadas, reducción del tiempo en redes sociales y actividades que promuevan el bienestar físico y mental.
En medio de este escenario complejo, una conclusión se impone: la adicción a la inteligencia artificial es real y necesita abordajes integrales. La prevención, la educación emocional y la construcción de comunidades de ayuda pueden marcar la diferencia. Porque si la tecnología ya es parte de nuestra vida, el desafío es aprender a vivir con ella… sin que nos consuma.