“De la Finca a la Taza”: el potencial del café boliviano se analiza desde la academia

Con el aroma del café como telón de fondo y el impulso de la economía creativa como eje de reflexión, la Universidad Privada Franz Tamayo, Unifranz Cochabamba, fue el escenario del conversatorio “De la Finca a la Taza”, que reunió a productores, tostadores, baristas, emprendedores y académicos para reflexionar sobre los desafíos y oportunidades del café boliviano desde una mirada innovadora y sostenible.
El evento fue organizado por Unifranz en alianza con el Instituto de Progreso Económico y Empresarial (IPEE) y el Centro de Estudios de la Realidad Económica y Social (CERES), con el objetivo de articular conocimientos, experiencias productivas y propuestas que fortalezcan la cadena de valor cafetalera.
Santiago Laserna, director de proyectos de CERES y moderador del conversatorio, definió al café de autor como una evolución en la producción, donde el sabor, la fermentación y la identidad se convierten en atributos diferenciadores. “Nuestra producción limitada nos hace exóticos. Bolivia tiene todo para crecer en el mercado internacional del café de especialidad. Pero necesitamos políticas que acompañen al emprendedor y al productor”, afirmó.
Laserna también destacó que Cochabamba se perfila como un polo emergente del consumo de café de especialidad, con un ecosistema creciente que incluye cafeterías con propuestas innovadoras, tostadores artesanales y baristas con formación internacional. “Incluso podemos pensar en rutas de turismo gastronómico alrededor del café”, propuso.
Desde la experiencia productiva, María Marta Sarabia, cofundadora de 4 Llamas Coffee, relató cómo su emprendimiento logró posicionarse en mercados de Asia, Europa y Estados Unidos gracias a un modelo basado en fermentaciones diferenciadas y trabajo conjunto con comunidades locales. “El café boliviano es altamente valorado por su calidad. Tenemos condiciones únicas: altura, tierra fértil, saberes ancestrales. Solo falta consolidar esta cadena de valor con innovación y colaboración”, explicó.
Sarabia recordó que Bolivia representa apenas el 0,04 % del mercado mundial de café, lo que —en lugar de ser una limitación— representa una oportunidad para posicionarse en el segmento del café de especialidad con identidad propia.
Ambos panelistas coincidieron en la necesidad de fortalecer el rol de la academia. “La industria cafetalera necesita datos, investigación y articulación. La universidad tiene que liderar ese proceso”, señaló Laserna. Sarabia, por su parte, destacó el valor de espacios como el generado por Unifranz: “Son plataformas que permiten que todos los actores del ecosistema cafetalero se escuchen, se conecten y crezcan juntos”.
El cierre del evento estuvo a cargo del vicerrector de Unifranz Cochabamba, Rolando López, quien ofreció una reflexión inspiradora que combinó análisis crítico y sensibilidad poética.
“En tiempos de crisis, las experiencias valen más que los productos. El café es una experiencia. No solo es aroma, es trabajo, memoria, disfrute”, expresó.
López llamó a transformar el modelo de negocio del café boliviano con visión de futuro, desde una lógica colaborativa basada en inteligencia colectiva. “La economía creativa y la economía naranja deben ser motores del desarrollo regional. Innovar no es opcional, es urgente”, afirmó.
Como complemento, compartió su texto “La Memoria de la Tierra”, una metáfora que convirtió al café en símbolo de ciencia, herencia cultural y resistencia productiva. En ella, el “oro negro del futuro” adquiere sabor y forma en el “oro café” de los valles bolivianos.
El evento concluyó con una feria de degustación, donde el público pudo experimentar la riqueza sensorial del café boliviano en sus diversas variedades. La actividad demostró que, detrás de cada taza, hay una cadena productiva viva y una visión que puede transformar comunidades y territorios.