Hasta sus 8 años, Mariana (nombre convencional) vivía en un mundo perfecto. Tenía a sus papás, su hermanito, sus abuelos, compartía en familia los fines de semana, los almuerzos, los cumpleaños y la Navidad. Un día, sin más explicaciones, vio salir a su papá, maletas en mano, y a su mamá que lloraba en la cocina consolada por su abuelita.
15 años después, cuenta que ese día la marcaría para siempre. Su mundo perfecto se desmoronó. Su padre, que era su compañero de juegos y aventuras, desaparecería por un buen tiempo.
Años después retomaría las salidas con su papá solo domingos, un almuerzo, ir al cine alguna vez o festejar su cumpleaños en la casa de su papá y otro en la de su mamá. El encanto se había roto, al igual que su corazón. Mariana tuvo que recurrir a un profesional psicólogo para entender el dolor y la frustración que le provocó la separación de sus padres.
¿Cuánto afecta la separación de los padres a los hijos? El director de la carrera de Psicología de la Universidad Franz Tamayo de Santa Cruz, Unifranz, James Robles, profundiza sobre los procesos de separación y el mejor camino para recorrerlo.
Robles considera que la afectación de los hijos en un divorcio o ruptura familiar depende de la madurez de sus progenitores. Un acuerdo cordial entre ambos facilita el proceso, elimina el coste emocional y reduce las disputas económicas.
“Los hijos están bien si los padres saben sobrellevar la situación, es decir si funcionan como un solo cerebro y se ponen de acuerdo y comunican a los hijos que siempre serán papás y que ninguno de ellos es responsable de lo que está pasando”, asegura.
Cuando se habla de divorcio, es frecuente que la pareja tenga dos velocidades. Un integrante va más adelante con la idea de un nuevo proyecto y el otro queda atrás con la idea de reestablecer el proyecto conjunto.
Por eso los expertos en terapia de pareja aluden al “duelo” y al “abordaje” para resolver el conflicto. La ayuda de profesionales terapeutas familiares facilitará la transición de las parejas separadas hacia un nuevo proyecto desde distintos espacios.
“Lo importante es que hubo una decisión para formar un proyecto juntos hasta que uno de ellos decidió hacerse un lado. La pareja debe saber que hay recursos para ver la relación que se debe identificar para ver si pueden ser ayudados y así mantener la pareja”, indica el experto en psicología.
Es vital que, ante una ruptura del nivel conyugal familiar, la pareja en crisis busque ayuda profesional porque van a pasar por una crisis estructural y un cambio en el sistema familiar. Habrá jerarquías, roles, funciones, límites, fronteras que serán alterados al desintegrar el núcleo y eso, posiblemente, no sea aceptado adecuadamente por los hijos.
El abordaje terapéutico cubre cuatro niveles: conyugal, parental, fraterno y filial. “Ya que todos los niveles son afectados porque hay un movimiento por la ruptura conyugal y es importante realizar un ajuste en el sistema familiar”, reflexiona Robles.
Hadasha Cara Cuéllar, egresada de psicología, valora las diferentes formas que una ruptura familiar puede afectar a los hijos. Como futura profesional, propone un análisis desde lo emocional e, incluso y fisiológico.
“Los niños al hacer su comparación con amigos son víctimas de bullying y muchos no tienen la capacidad para afrontar esta situación adversa. El estrés que le genera tiene sus consecuencias en mayor o menor grado, como depresión, ansiedad, incluso podrían desarrollar trastornos de agresividad, conductas desafiantes. Mucho tiene que ver la forma en cómo manejen esta separación los padres”, asegura Cuéllar.
El difícil momento debe ser acompañado por los dos padres, quienes deben ponerse de acuerdo manteniendo los hábitos en ambos sistemas familiares y dar una estabilidad al desarrollo del menor.
“Los padres tienen que darle la seguridad y el amor con mayor tiempo y responsabilidad ya que, al anularse el pilar conyugal, debemos focalizarnos en los hijos. Para ello la comunicación centrada en los hijos es importante”, concluye Robles.
La atención de profesionales especialistas acompaña el proceso de separación de manera armónica para evitar los traumas en los hijos.